29. azul & gris

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— Ah, pica, pica...

Jimin agitó su mano para echarse aire mientras su lengua colgaba de su boca como si fuera un perro sediento. Hizo rechinar la silla contra el suelo cuando la empujo para levantarse e ir a tomar agua directo del fregadero.

— Te dije que no ibas a soportar el picante — se burló Tara, sorbiendo de los fideos con salsa roja que ambos estaban cenando. — Tienes las papilas gustativas de un bebé.

— Al menos no me saldrá una úlcera gástrica — atacó el otro. — ¿Cómo es posible que a tu estómago no le caigan mal estas cosas?

La chica se encogió de hombros y tomó el paquete de fideos de Jimin para dejar caer su contenido sobre el suyo.

— Asumo que ya no te los vas a comer — dijo.

Seguí tecleando en mi portátil mientras ellos continuaban debatiendo. Jimin se preparó una segunda opción para cenar y regresó a la mesa con un emparedado de pavo. Tara, por otro lado, todavía estaba sorbiendo sus fideos.

Habían pasado un par de semanas desde el compromiso de Seokjin y yo llevaba toda la tarde del día de hoy sentada en el comedor haciendo tarea. Estaba a mitad de la segunda temporada de exámenes del semestre, así que la carga estaba siendo más pesada de lo normal estos últimos días. Jimin y Tara habían llegado hace menos de una hora, pero no me había ido a encerrar a mi habitación porque me gustaba tener compañía en tiempos de estrés a pesar de que básicamente me comportara como una zombie que no se involucra en la conversación. Además, me había vuelto experta en no dejar que sus discusiones me distrajeran, por lo que se había convertido en una de mis habilidades más impresionantes (aunque no todo el mundo fuera capaz de apreciarla como tal).

Cuando Jimin iba por la mitad de su comida, Taehyung llegó al departamento.

— Hola — saludo.

Dejó sus cosas en el sillón y se sacó la chaqueta. Noté al instante un brillo peculiar en sus ojos.

— Hay fideos en la estufa — le informo Tara, — en caso de que tengas hambre.

Woah, si. Gracias.

El recién llegado fue directo a servirse mientras tarareaba y silbaba al ritmo de una canción que no pude identificar. Intercambié miradas con los otros dos, pues era algo bastante inusual.

— ¿Por qué estás tan sonriente? — le cuestionó el castaño. — ¿En dónde estabas?

Taehyung tomó asiento en la silla junto a la mía. Al igual que Tara, él tenía un nivel de tolerancia al picante bastante alto, así que no fue una sorpresa verlo recoger una gran cantidad de fideos con sus palillos para llevarlos directo a su boca. No habló sino hasta que terminó de masticar para después mirarnos a los tres con una sonrisa enorme.

— Conseguí empleo.

— ¿De verdad? — Tara abrió mucho sus ojos.

— ¡Te dije que era cuestión de tiempo! — sonrió Jimin, luego de dar un aplauso. — ¿En dónde?

— En una galería a la que fui la semana pasada. Exhibe obras de artistas poco conocidos y seré asistente — nos contó. — Es algo pequeño, pero-

— No. Suena genial — lo interrumpí con una sonrisa. — Felicidades, Taehyung. Es un inicio.

— Gracias — contestó. — Estoy emocionado.

— ¿Cuándo inicias? — preguntó Tara.

— El próximo lunes.

— Te llevaré a tomar una cerveza el fin de semana — ofreció Jimin. — Tenemos que celebrar.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora