09. cerveza & cigarrillos

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— ¿Cómo me veo?

Jimin inspiró aire entre dientes, recostado en la cama de Tara mientras ladeaba la cabeza y pensaba en su respuesta. Por un momento me sentí como si estuviera aguardando por la opinión de los jueces en un programa de televisión.

— Luces como Nabi.

— Excelente — sonreí, volviendo a mirarme en el espejo de la habitación de mi amiga.

Me acomodé los tirantes y el escote para luego asegurándome de que la tela estuviera bien colocada en él área de las piernas. Había conseguido este pequeño vestido negro hace varios meses cuando mi prima depuró su armario para mudarse con su novio y decidió regalar lo que ya no iba a usar. Tara también se había embolsado algunas blusas y suéteres, pues me había acompañado ese día.

— Sora, escucha. Seré yo quien lo diga: Esto es una locura — habló ella. — En serio, no creo que debas ir.

— Estoy de acuerdo — asintió Jimin. — Vas directo al nido de serpientes.

Los miré a ambos llena de confianza luego de girar sobre mis pies aún descalzos.

— No me quedaré ahí mucho tiempo.

— Estoy pensando seriamente en inscribirte en una institución mental para que te atiendan.

— Tara-ah — exclamé, medio riendo y yendo a buscar mi chaqueta oscura. Me quedaba un poco grande, pero pensé que eso sería bueno para contrarrestar lo ceñido del vestido. — Sólo entraré, buscaré a Taehyung y me iré una vez que lo convenza de venir conmigo.

— Te va a sacar a patadas en cuanto te note — Jimin exhaló. — Ni de coña va hacerte caso.

— Es el punto — dije. — Si cree que yo no voy con ese ambiente, ¿por qué él sí? Tiene que darse cuenta de que no debería estar ahí. ¡Al diablo los Haen y a la mierda la lealtad con la que le han lavado el cerebro!

Tara se sentó junto a Jimin con los hombros caídos de tanto intentar que cambiara de idea.

— Estás chiflada. Sabes que no es una fiesta de cumpleaños, con sombreros y payasos, ¿verdad? — siguió ella. — Estará la peor mugre del vecindario. Me dan escalofríos de solo imaginarlo.

Exhalé.

— Chicos, tenemos que hacer que Taehyung vea que no está condenado a esa vida. Lo único que necesita es un empujón.

Los dos se quedaron viendo, pensativos. Sabían que no había manera humana de hacer que me olvidara de las cosas una vez que me decidía a ir por ellas, así que terminaron por rendirse.

— Si no nos envías un mensaje cada veinte minutos para hacernos saber que sigues con vida — Jimin me señaló con su dedo, — vamos a hacer que la policía llegue ahí. ¿Me entiendes?

Sonreí y empecé a maquillarme. Sabía que él no estaba hablando en serio. Nadie nunca se atrevería a retar así a los Haen, pero entendía el concepto. Estaba consciente de que no iba de camino a ninguna juntada inofensiva pero, al cabo de media hora, salí del departamento de Tara con dirección a la noche.

Nos habíamos enterado de la fiesta al escuchar a Suk y Chang parlotear en el salón ese mismo día. No habían dejado de fanfarronear hablando de la cantidad de chicas con las que iban a ligar allá, y también habían mencionado que Taehyung estaría ahí. Se trataba de una de esas fiestas locales y escandalosas de las que siempre nos habíamos mantenido alejados; esas con drogas, alcohol en exceso y tipos de aspecto peligroso y desaliñado.

Habían mencionado que la fiesta sería en casa de Suk ya que había sido idea de su hermano mayor. Por suerte, la dirección no era ningún secreto. Era solo a una calle más allá de donde vivía Tae.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora