21. detonante

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El siguiente lunes salí de la cama casi a rastras a pesar de haber despertado justo antes de que mi alarma se activará. Odiaba las mañanas con todas mis fuerzas, pero no tenía otra opción más que ir en contra del sueño y dar inicio al día.

— Coño, Sora — exclamó Jimin cuando me encontró desayunando un tazón de cereal en la mesa. — ¡Lo de tu desnudez ya no es una broma!

— Cállate — dije, después de tragar. — Maldito puritano.

Me cerré el cardigan encima de mi abdomen. No llevaba nada abajo además de mi sostén, pero solo me hacía falta abotonar los primeros botones de la prenda. Mi amigo me miró fastidiado pero terminó por ir a tomar un bagel para partirlo a la mitad y embarrar en ambos pedazos un poco de mermelada.

— ¿Llegarás tarde hoy? — me pregunto.

— Es lo más seguro — asentí, yendo a dejar mi tazón al lavaplatos. — Iré al laboratorio después de clases y también tengo que ir a la biblioteca. Llegaré pasadas las ocho, creo.

— Bien.

Alcé una ceja.

— ¿Estás planeando traer a una chica, o qué?

Jimin le dio un mordisco a su desayuno y se encogió de hombros.

— No es tu asunto.

— Vaya, Park — sonreí tomando una de sus mejillas a la fuerza, como si fuera un niño. Ser dos meses mayor que él me daba este tipo de ventajas. — ¡Qué galán!

— Lo sería si cortejará a las chicas como es debido en lugar de únicamente meterse en sus pantalones — Tara salió de su cuarto usando su bata de baño y con su oscuro cabello mojado envuelto en una toalla sobre su cabeza. — ¿A dónde se fue el romance? ¿Las velas, las cartas, las flores?

Sonreí mientras daba el último trago a mi vaso de jugo.

— Hay gente que solamente quiere divertirse — Jimin esbozó una mueca ladina, digna de todo un casanova. — Como sea, tú tampoco caes lejos del árbol. ¿A cuántas citas has ido ya, este mes?

Solté un resoplido burlón al mirar la mala cara que Tara le hizo a Jimin.

— Ellos me pretenden de buena manera y no le hace ningún mal a nadie que yo salga con ellos. Tengo que ver las opciones que hay en el estanque.

— Yo también soy un caballero — el castaño alzó el mentón, orgulloso. — Uno que no le negará a sus citas unos besos, si eso es lo que quieren.

— ¿Quién diría que te ibas a convertir en un igualado mujeriego cuando en la preparatoria no podías levantar ni un alma? — pregunté.

— Lo haces sonar como si hubiera sido un bobo — se quejó. — ¡Ustedes eran las ñoñas, si a esas vamos!

— Pues la pasábamos juntos, así que tú no eras muy cool, tampoco — Tara le dio un manotazo en la nuca a Jimin, quien solo continuó comiendo mientras sonreía victorioso por habernos molestado. — Será mejor que cuides tu tono.

Tomé mi mochila del suelo.

— Seúl nos cambió mucho, ¿no creen?

— No lo sé — Jimin se encogió de hombros ante mi pregunta. — Tara sigue siendo igual de latosa.

La chica sacó le sacó la lengua en un gesto infantil mientras revolvía su café mañanero y tomaba uno de los pedazos de pan del chico. Me reí de ellos mientras comenzaba a caminar a la puerta, pero me paré en seco cuando vi un objeto inusual sobre el mueble de la televisión.

— ¿Qué hace esto aquí?

Tomé entre mis manos aquel viejo marco astillado de las esquinas y me giré lentamente hacia ellos mientras veía la fotografía.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora