26. renegado

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El fuerte sol del mediodía se estaba encargando de derretir nuestros helados con más rapidez de la que podíamos aplicar para comerlos. Caminar por el mercadillo callejero era una de nuestras actividades favoritas para el fin de semana ya que podíamos pasear y buscar ropa o cosas para el departamento al mismo tiempo.

— Te dije que pidieras vaso en lugar de cono — Tara se rió de Azumi, quien había empezado a mancharse los dedos de chocolate. — Parece que tienes cinco años.

La estudiante de intercambio japonesa dejó escapar de su garganta un lamento bastante cómico mientras nosotras reíamos. Le ofrecí una de mis servilletas para prevenir otro desastre.

— Ah, ottoke — continuó quejándose, ahora viendo la bola de nieve que se le había caído en el pavimento. — Mi postre...

— Que bueno que ordenaste doble — Tara ahogó otra risa y la tomó un segundo del brazo para hacerla seguir caminando. — La próxima vez deberías pedir triple.

Sonreí empezando a morder mi cono de galleta y mire al frente, hacia el par de chicos que nos habían dejado un tanto atrás para adelantarse. Jimin lucia feliz de volver a tener a un cómplice del mismo sexo a su lado. Haberse quedado con Tara y conmigo durante estos dos últimos años lo habían hecho añorar su relación con Taehyung, supongo. Era reconfortante verlos juntos otra vez mientras charlaban, reían y pasaban el rato como si nunca se hubieran separado.

Después del abrazo que Taehyung y yo habíamos compartido fuera del edificio, nos quedamos sentados hablando de cómo había llegado a Seúl. Resultó que había estado en Mokpo todo este tiempo, una ciudad pesquera en el sur del país. Justo como lo había presentido, había estado bastante lejos de nosotros. Aún así, necesitaba saber más.

¿Por qué?

¿Por qué justo ahora, y no antes?

¿Qué estuvo haciendo tanto tiempo, en una ciudad tan irrelevante como esa?

— Cuando me enteré de lo de Choi me sentí libre. Fue como si me hubieran quitado un par de esposas invisibles — me había dicho. — Lo único que quise hacer fue intentar recuperar mi vida. Quería encontrarlos. No tenía idea de si me iban a aceptar.... O de si me querrían ver, siquiera. Pero tenía que intentarlo, Sora. Son mi familia, después de todo. No tenía otro lugar al cuál regresar más que con ustedes.

Los Fang nunca lograron dar con él. Se dedicó a llevar un perfil bajo y a mantener la guardia arriba. Había estado viviendo con los ojos en la espalda, pero había aprendido a cuidarse solo. Cuando estalló todo el problema con Choi Sam, su hermano y su papá le habían dicho que estaba muerto para ellos. Se había sentido mal por ello mucho tiempo, pero acabó por encontrar alivio en no tener que responderles más. Había dejado de sentir que les debía algo y ahora podía ver claramente todo el daño que le había ocasionado vivir con ellos. Aprovechando que tocábamos el tema de su familia, le conté todo sobre mi última conversación con Jaewon en el parque. No pareció sorprendido cuando se enteró de las segundas intenciones de su hermano.

Vivió un tiempo junto a los dos chicos con los que se había fugado, así que le pregunté cómo se las habían arreglado para vivir escondidos. Me conto todo sobre su trabajo en un barco de pesca, de los hoteles de paso en los que se había empleado a medio tiempo y de su idiota e imbécil casero de mal temperamento. Había sido un tiempo apretado y difícil para él, pero había conseguido independizarse de la vida del barrio y de la escena de las pandillas.

Regrese al presente cuando Tara lanzó el vaso de plástico en el que había estado su nieve a la basura.

— Me sorprendió que quisieras unirte al plan de hoy — me dijo, colocándose bien sus gafas de sol. — Pensé que pasarías otro sábado evitandonos por completo.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora