Pov Beatriz
Era la tercera vez que hacíamos el amor, pero sentía como si fuera la primera, la primera vez que nos amábamos con el corazón y el alma tranquila, la primera vez que nos amábamos sin secretos, la primera en la que nos pertenecemos por completo.
Pedirle que encienda la luz fue el acto de valentía más grande que realizaba mi pobre y estropeada autoestima, pero esa luz significaba mucho más que solo ver nuestros cuerpos desnudos, sacar a la luz nuestro amor, iluminar nuestros corazones oscuros y destrozados, ver su rostro mientras nuestros cuerpos se unían fue lo más dulce y más excitante que alguna vez vi, podrían quitarme sus caricias, sus besos, su piel pero sé que nunca más podría sobrevivir sin sus ojos oscuros de deseos por mí.
Conocer la forma en la que su cuerpo reacciona a mis caricias, inhalar el aire que exhala al gemir sobre mí, conocer cada mancha que conforma la galaxia de lunares en su pecho, momentos que van más allá de un simple acto sexual, es hacer el amor, amar con cuerpo y alma, la unión perfecta.
El rugir de mi estómago me despierta, llevamos un par de horas dormidos. Busco mis gafas en la mesa de noche, el reloj despertador que hoy a la mañana no pudo levantar al galán que ahora duerme desnudo a mi lado marcan las 8.45 pm.
En la oscuridad encuentro el baño, el olor a su fragancia me deja embobada por unos segundos, decido que lo mejor será cocinar algo ya que han pasado muchas horas desde nuestra última comida, trato de buscar algo de ropa en el piso, espero que alguna de esas prendas sea mía, al entrar a la sala puedo ver qué la ropa que tomé del suelo son la camisa y la parte de arriba del pijama de Armando, el que seguro dejó tirado hoy a la mañana.
Me coloco el pijama ya que es un poco más largo que la camisa, me cubre hasta abajo de mis glúteos, no sé si podré concentrarme en la cocina sintiendo el olor de su perfume, de su piel impregnado en la tela.
Cocinar es un placer que muy pocas veces puedo hacer, la cocina de este apartamento es preciosa, sentirme parte de ella, de esa casa, poder cocinarle algo a Armando me emociona demasiado, no quiero pensar en separarme de él el lunes.
Doy una mirada rápida, detectando la ubicación de los utensilios e ingredientes. Tengo todo para hacerle uno de mis platillos favoritos.
Pov Armando
Comienzo a despertar, extiendo mi brazo buscando a Beatriz y no la encuentro.
-¿Betty?
Enciendo la luz, me coloco el pantalón del pijama, entre el desorden de hoy a la mañana y el de hace un rato no encuentro la parte superior.
Escucho que el disco que puso ella sigue sonando, observo que la mesa está lista para cenar, algunas velas y un olor tan exquisito como jamás había sentido en estás paredes, de golpe mi frío apartamento se convierte en un cálido hogar, sigo hasta la cocina y la veo allí, vestida solo con la parte superior de mi pijama, concentrada en algo que revuelve en el fuego.
Me acerco despacio y la abrazo por atrás colocando mi cabeza sobre su hombro.
- Con que aquí está la ladrona de pijamas.
- Hola mi amor- automáticamente volteo hacia mí.
- ¿Cómo dijo doctora?
- Hola mí amor- sus ojitos brillan tanto que parecen estar encharcados con lágrimas.
- Me encanta que me diga así, me encanta que esté aquí, y me vuelve loco como le queda mi ropa- lo último se lo digo mientras levanto un poco la prenda para tocar su suave trasero.
- Doctor, no sea atrevido que ya está la comida, ¿no quiere probar lo que le preparé?
- Hay doctora pero hace un rato le gustaba atrevido- su cara es una comedia, suelto una pequeña risa- claro que quiero probar la primera comida que me cocino usted mi amor, ¿la ayudo en algo?
- ¿Ya está todo listo, nos sentamos?
- Betty este risotto es una delicia, no sabía que además de todo lo que hace bien también cocina de maravilla.
- La verdad que es un hobby bastante oculto, lo tenía un poco apartado por falta de tiempo.
- Me parece que es importante que siga cultivándolo, le ofrezco muy amablemente mi cocina para que lo haga- me imagino tenerla aquí periódicamente y me emociona demasiado.
- Me encanta su propuesta, pero debe ser un juez imparcial para dar las críticas a mis platillos.
-Ay doctora con usted no puedo ser imparcial, aunque me diera pan y agua para cenar estaría totalmente encantado al compartir momentos con usted mi amor.
- A mí también me encanta estar aquí con usted y compartir estos momentos Armando- me encanta que esté cómoda a mi lado, dónde esté ella está mi hogar.
Cenamos tranquilamente entre bromas, mimos y conversaciones sobre música y libros.
- Como usted cocinó mi doctora yo me encargo de levantar la mesa y colocar el lavavajillas.
- Armando Mendoza haciendo quehaceres del hogar, jamás lo hubiera imaginado- dice con todo burlón mientras se levanta a ayúdame.
- Quietica aquí mi amor que yo termino.
Rápidamente termino con las tareas necesarias para que la cocina quede medianamente decente.
- Armando, quisiera darme una ducha, ¿le molesta si paso ahora? - mientras me pregunta en mi cabeza aparecen mil imágenes al asociar a Betty y ducha.
- Primero Betty, no tiene que preguntarme para moverse por aquí o usar lo que necesite, considérelo su hogar porque solo es un hogar si está aquí juntito a mí. Y segundo, venga, abráceme fuerte- con un poco de extrañeza hace lo que le pido, cuando está fuertemente abrazada a mí, tomo sus piernas para que las cruce por encima de mis caderas. - lo de la ducha se lo soluciono ya mismo- comienzo a transitar el camino a lo que será sin dudarlo una experiencia magnífica.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra historia. Armando y Betty.
RomansaCuando Armando decide dejar de insistir con Betty y salir de ecomoda, ella en ese instante de duda reacciona y toma la decisión de luchar por su amor. Ésto sucede antes de que Marcela hable con Betty, siempre pensé que Armando se merecía que Betty p...