Cuando me quedé solo

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Fue una tarde de viernes en la torre de los vengadores en la que, inesperadamente, me quedé solo. No es como que note muy a menudo la presencia de mis compañeros o que me molesten, porque cada uno tiene un piso para sí. Pueden llegar a ellos de manera independiente, pueden conservar su privacidad tanto como quieran, aunque claro, siempre está la posibilidad de que uno de nosotros toque la puerta y pase, incluso, sin obtener respuesta.

Pero esa tarde, me quedé solo. Clint decidió pasar el fin de semana con su familia en su granja y partió por la mañana. Tras el desayuno, Thor dijo que había recibido el llamado de su padre y tenía que volver a Asgard y se fue haciendo retumbar el edificio. Luego, Bruce anunció que se iría a un retiro de esos de control de ira, en los que solía fracasar estrepitosamente, pero que, no por ello, dejaba de intentar; tenía sus maletas en el vestíbulo antes del mediodía, las vi cuando salí a trabajar. Y vi a Natasha salir del edificio más tarde, cuando yo volvía de la oficina. Llevaba una mochila en la espalda y la vi subir en la parte trasera de una motocicleta, conducida por un hombre al que no le vi la cara por el casco. Steve, que estaba en la sala común, me dijo que se trataba de su amigo Bucky y que tanto éste como Nat, pasarían el fin de semana viajando por ahí.

—Así que sólo estamos tú y yo —le dije haciendo una mueca. Una mueca de falso descontento, a decir verdad. Hay caretas que me gusta mantener, por protección, ustedes saben. Si quisiera ser honesto con él y conmigo, lo que habría hecho ante esa noticia habría sido sonreír.

—No te preocupes, Tony —me dijo él desde el sofá donde se ataba los cordones de sus tenis —. Tengo que ir a SHIELD, probablemente no regrese hasta mañana.

—¿A SHIELD? —le dije con una ceja levantada y sonreí, pero con cierto cinismo y picardía. —¿Irás a ver a cierta agente?

Steve me miró brevemente y se puso de pie.

—Si está ahí, supongo que la veré —fue su respuesta evasiva. Estoy plenamente seguro que sabe qué traté de insinuar, puesto que no preguntó a qué agente me refería. Habría esperado un "no" como respuesta en mi fuero interno, pero mi mente racional, esperaba el "sí". Otra manera de protegerse, esperar lo peor siempre salva la vida.

—Bien, entonces, iré a husmear a los cuartos de todos—dije en broma.

Steve sonrió y tomó su chaqueta del respaldo del sofá.

—Nos vemos, Tony —dijo y me palmeó el hombro amistosamente antes de salir.

Su breve toque y el instante breve en el que el aroma de su colonia me alcanzó, hicieron mella en mis sentidos. Me recorrió un escalofrío que, afortunadamente, él no notó. Escuché el timbre del ascensor y después el roce de las puertas al cerrarse.

Así, me quedé sólo.

¿Qué podía hacer? Era viernes por la tarde. Pude haber salido también, ir por una copa, ligar con alguien, pasar la noche fuera, quizás en un hotel o llevar compañía a mi piso en la torre. Pude, también, sentarme a mis anchas en la sala, ver lo que se me diera la gana en la enorme pantalla, sin tener que pelear por la posesión del control remoto. Hasta pude andar por ahí en calzoncillos, comerme todo el helado, todas las pop tarts y todas las galletas. Puede, pero preferí algo más arriesgado.

Había bromeado con eso de ir a hurgar en las habitaciones de mis compañeros. Pero a la luz de los acontecimientos, no me pareció mala idea. Claro que, en realidad, no tenía interés en todas las habitaciones. Solo una, una en la que entrar sin permiso, habría sido motivo de una dura reprimenda. Quizás por ello me daba más curiosidad.

Así, tras deliberar conmigo mismo por unos minutos, me dirigí a la habitación del Capitán América. Abrí la puerta y eché un vistazo al interior. Estaba todo muy ordenado, así que, si quería espiar un poco en sus cosas, tendría que ser muy cuidadoso, porque sé que su memoria fotográfica es muy buena. Pero no quería, no soy, en definitiva, tan metiche. Sólo quería estar ahí.

Stony Series Vol. 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora