Alfa x Alfa (4)

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18+

Me incorporé y senté en la cama. Tony me siguió con la mirada, pero se quedó recostado todavía.

―¿Vas a irte? ―me dijo, había un dejo herido en su voz. Si me iba sería como rechazarlo, aunque, realmente no estábamos haciendo nada.

Pero yo no pensaba irme. Solo necesitaba un momento para calcular mis movimientos. Respiré profundo y cuando exhalé, me giré hacia él, me incliné y lo besé de nuevo. Sin acorralarlo del todo con mi cuerpo, el pareció más receptivo, tenía más libertad, me sujetó el cuello y prolongó el besó. Mientras nuestras lenguas se reconocían una vez más, mis dedos encontraron su cinturón y tiraron de él para liberarlo de la hebilla. Luego, desabroché el botón de su pantalón y deslicé la cremallera.

Tony dio un respingo cuando acaricié su entrepierna por encima de su ropa interior. La lucha iba a comenzar de nuevo.

―Espera ―le dije haciendo una pausa en nuestro beso ―, dame 30 segundos.

―¿Qué?

―Cuenta.

Tony me miró extrañado, pero asintió y comenzó a contar. Sonreí y lo acallé con un beso, en mi mente continué la cuenta que él estuviera haciendo antes. No tenía mucho tiempo en realidad, pero bastó. Aparté la tela de su ropa interior y liberé su incipiente erección. Sentí su gemido vibrando en mi boca, le mordí el labio suavemente y lo atraje hacia mí antes de retirarme. Tenía diez segundos, así que me desabroché el pantalón y liberé mi miembro. Volví a colocarme sobre Tony, nuestras pelvis se encontraron, su erección y la mía se rozaron. Sus manos se colocaron en mis hombros, sabía que me empujaría en breve. Sujeté su miembro y el mío con una mano, mientras me sostenía con la otra para no dejarle caer todo mi peso.

El tiempo se acabó cuando comencé a frotarlos juntos. Pero ya no importó. Tony apretó la tela de mi camisa entre sus dedos y echó la cabeza hacia atrás. Gimió una y otra vez. Su voz me resultó deliciosa, tanto como el aroma que comenzaba a inundar la habitación. Para ser el aroma de dos alfas, no era desagradable, por el contrario, provocaba escalofríos, pequeñas olas de placer que se conjugaban perfectamente con el roce.

Lo solté brevemente para bajarle el pantalón y retirarlo por completo.

―Oye, ¿qué...?

―Diez más ―le pedí y me incliné de nuevo hacia él.

Esta vez mis dedos se cerraron en la carne de su cadera, mi pesó lo dejé sobre él y comencé a moverme, arriba y abajo. Frotándome contra él, libremente. Se sentía bien, la temperatura subió mientras embestía simuladamente contra él. Tony comenzó a moverse también, siguiendo el ritmo. Me rodeó el cuello con sus brazos y me besó arrebatadoramente.

Continuamos frotándonos, sintiendo como la humedad de nuestros miembros fungía como lubricante y facilitaba la fricción. Nos abandonamos a ese vaivén, que se volvía más rápido y ondulante. Poco a poco Tony me dio más espacio entre sus piernas, hasta el punto de rodear mi cadera con ellas y empujarla más hacia el encuentro con la suya.

Nos corrimos casi al mismo tiempo, nuestros cuerpos se tensaron y temblaron contra él otro, mientras los chorros tibios de nuestras simientes se mezclaban entre nuestros vientres. Jadeando, con la mente embotada por el orgasmo, compartimos un beso más, antes de separarnos y mirar, una vez más, el techo juntos.

Tony volvió a reí y a ocultar su rostro en su antebrazo, pero no había la misma sensación de antes en ello.

―Supongo ―dijo ―, que es un buen comienzo.

Sonreí y me incorporé lo suficiente para besarlo suavemente.

―Te debo otra lavandería ―le dije a modo de broma.

Stony Series Vol. 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora