Siren

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El gran tanque estaba en el centro de la habitación. El vidrio templado dejaba ver el agua cristalina que contenía. Tony Stark entró seguido de dos doctores que poco hacían por contener su entusiasmo.

―Cuando salga a la luz...―decía uno.

―Esto será un hito en la ciencia―decía otro.

Tony solo quería ver aquella maravilla de la mitología viviente e ignoró el parloteo que ocurría a sus espaldas. Se detuvo frente al estanque, ahí, recostado en el fondo, pudo ver a la criatura. En primer plano estaba su cola iridiscente de tonos azules y plateados. Tony contempló su belleza con la boca abierta. Jamás había visto algo tan hermoso. Quiso alcanzarla, tocarla, pero solo apoyó sus dedos en el vidrio y ese ligero movimiento pareció despertar al ser en el agua.

Lentamente, levantó el torso del suelo. Su piel era pálida y se tensaba ante el contorno de sus músculos bien formados y trabajados. Su abdomen marcado, ganó la primera atención de Tony, quien se obligó a mirar más allá de estos, solo para toparse con unos pectorales igualmente poderos y unos brazos cuyos bíceps parecían ser capaces de asfixiar a alguien con un fuerte abrazo. Pero, quizás, lo más impresionante era su rostro. La cereza del pastel, pensó Tony, mientras daba cuenta de los rasgos armónicos, masculinos, como si hubieran sido tallados en el mármol por algún artista sobrenatural.

―Es un ejemplar macho ―escuchó a su lado a uno de los científicos. ―Aun así, tenga cuidado, señor Stark.

Tony asintió, pero no entendió a que se referían hasta que la criatura mitad hombre mitad pez, se acercó a él y lo observó con curiosidad. Tony reconoció más detalles en su rostro, una ligera desviación en su nariz, una arruga en su frente que se formaba mientras fruncía el ceño. Nada de eso le restaba belleza, era perfecto en su imperfección. Su cabello era rubio, dorado y bajo la luz, incluso esa luz artificial, era como casi ver hilos de oro líquido flotando y brillando en agua. Sus ojos eran azules, un azul vibrante, eléctrico, de otro mundo y ahí era donde radicaba el peligro.

Tony y la criatura se miraron a través del vidrio. Aunque el primero lo hubiera deseado, le habría sido imposible desviar la vista a un lado. Esos ojos de zafiro eran magnéticos, profundos, como si fueran un mar por sí mismos y ocultarán los más maravillosos secretos de la Tierra. Un sopor invadió el cuerpo del empresario, sus músculos se relajaron. Se sintió flotando despreocupadamente en el mar, perdiéndose en la serenidad.

"Libérame"

Una voz grave, mística, se deslizó suavemente en la profundidad de su mente. Resonó en su cerebro como una dulce canción de la que no puedes escapar y te persigue todo el día. Así, sutil, pero poderosa, resonó y aceleró los latidos de su corazón.

"Te daré lo que quieres"

Dijo la voz, con sus notas y su hechizo. Tony se pegó al vidrio.

"Dime más" pidió sin hablar y aquella voz intrusa repitió las palabras. Era como una droga auditiva, ondas que alcanzaban los puntos de placer de su cerebro.

"Libérame" cantó la voz "y te daré más"

―¡Señor Stark! ―escuchó de pronto, al tiempo que sentía que lo sacudían.

Fue como si lo sacaran de una bañera. La voz, el sopor, la sensación agradable, se marchó. Tony volteó a ver al hombre que lo había tomado del brazo para agitarlo.

―¿Q...qué? ―preguntó balbuceando, con la voz ronca.

―No lo miré tan fijamente, es peligroso ―le dijo el científico.

Tony asintió, tragó saliva y volteó a ver a la criatura. La cual le miró una vez más, con lo que pareció desinterés y se apartó del vidrio, nadando hacia el su costado. Tony vio toda la belleza de su cola pasar frente a sus ojos, antes de torcer hacia el lado opuesto, siguiendo el contorno del estanque.

Stony Series Vol. 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora