El 7 de septiembre

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Tony escuchó los pasos de su hijo en el piso superior y después la carrera que tomó para bajar las escaleras.

—¡Buenos días, pa! —lo escuchó decir al tiempo que lo veía entrar como un bólido a la cocina para tomar una de las donas de la caja que, descuidadamente, había dejado abierta.

—¿Qué? ¿Ya te vas?

—Sí, voy a ver a Wade —dijo Peter acomodándose la mochila y mordiendo su dona —. Luego, iré con papá.

Tony asintió con los labios apretados. No quiso hacer ningún comentario al respecto y después, como para tranquilizar su mente, le dio un sorbo a su café.

—Está bien. Toma precauciones con ese monstruo.

—¡Papá! —Peter rodó los ojos y giró sobre sus talones dirigiéndose apresuradamente a la misma puerta por la que había entrado —. ¡Me voy! ¡Se me hace tarde!

—Sí, sí —murmuró Tony.

Enseguida escuchó los pasos de Peter una vez más, apresurándose por la sala y finalmente el portazo que dio al salir. Suspiró y volvió al café mientras revisaba las noticias en su Tablet. En la esquina superior de una de las notas vio la fecha.

—7 de septiembre —dijo para sí mismo.

Fue suficiente con eso para que perdiera todo interés en las noticias. Dejó la Tablet sobre la mesa y el café a un lado. Cerró los ojos y se quitó las gafas para poder apretarse el puente de la nariz.

Era sábado, Peter no estaría, no tenía trabajo en la empresa, Pepper se había ido de vacaciones con su esposo y le había dejado claro que había dejado todo en orden para no ser molestada. ¿Qué se supone que haría entonces? ¿Cómo diablos se distraería hasta que llegara la noche? Podría llamar a un amigo, salir, pero no tenía ganas de ello realmente. Trabajar, se dijo, era la solución. Tenía un par de proyectos inconclusos. Pero en cuanto se sentó en la mesa de trabajo toda la inspiración se esfumó.

—¡Demonios! —dijo al tiempo que aventaba un desarmador a ninguna parte en específico.

La herramienta dio contra un estante e hizo un espantoso ruido metálico y melló la superficie antes impoluta. Una vez más se deshizo de los lentes y se frotó el rostro.

—¡Argg! —exclamó —Odio este día.

***

Eran cerca de las dos de la tarde cuando Steve escuchó ruido en la puerta. Dejó lo que estaba haciendo y sonrió al ver a su hijo.

—¡Hola, papá! —Peter lo abrazó y al hacerlo dejo al descubierto a un polizón que había permanecido oculto tras él.

—Hola, señor papi suegro —dijo Wade con los ojos brillantes.

—No me llames así, Wade —le dijo Steve con cierto tono de cansancio —. Pasen, los esperaba para comer.

—Dirás que me esperabas a mí —puntualizó Peter, mirando a Wade con los ojos entrecerrados.

Tomo un momento para dejar su mochila a su habitación y luego bajó para comer con su padre y el autoinvitado de su novio.

—Papá —dijo durante el postre —. Hoy estrenan la película de la que te hablé, ¿te acuerdas? ¿Puedo ir con Wade está noche?

—Le prometo que regresaremos temprano, papi suegro —dijo Wade poniendo la cara más inocente y falsa que tenía en su repertorio.

Steve lo pensó por unos segundos. Podía ver el anhelo de Peter por ir, le habría gustado llevarlo él, después de todo, quería pasar tiempo a su lado. No tenían mucho desde hace un par de años. Pero también comprendía que estaba justo en la edad en la que los padres comienzan a pasar a un segundo término.

Stony Series Vol. 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora