Alfa x Alfa

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Parte 1

En este mundo la naturaleza tiene un orden. Hay tres géneros secundarios que no podemos ignorar: alfa, beta y omega. Ser beta es pertenecer a la media, no se espera nada de ti y puedes hacer lo que se te dé la gana, aun cuando no cuentes con los privilegios de las otras dos clases. En mi opinión, ser beta es en sí el mayor privilegio de todos y no ser mediocre como muchos dicen.

Luego, están los alfas y los omegas. Los unos son el tope de las capacidades físicas e intelectuales de nuestra especie, los otros son el tesoro de la misma por su capacidad reproductiva. Se supone que, por cada alfa, existe un omega, es decir, que para cada alfa hay un omega y viceversa. Alfas y omegas están destinados a encontrarse y una vez que lo hacen, forman un vínculo irrompible de amor que se expresa de manera tangible cuando el alfa muerde la nuca del omega durante el apareamiento.

El emparejamiento, como llaman a encontrar a tu destinado, antes se trataba de una cuestión que el tiempo revelaba. Un día, de pronto, cruzabas la calle y el aroma de tu destinado te hacia voltear. Sin embargo, podían ocurrir un sinfín de problemas antes de que eso sucediera. El más grande de todos era que los omegas sin alfa pasaban por un celo apabullante y doloroso, además de ser blancos de violaciones. Cuando el celo de un omega se despierta atrae a todo alfa que este cerca y estos entran en un estado de ceguera instintiva que muchos no pueden controlar. Todo ello resultaba en tragedias: bebes no deseados, vínculos accidentales y parejas destinadas rotas para siempre, seres cuya alma y corazón eran condenados a la soledad y a la tristeza por el resto de sus días; porque una vez que se forma ese lazo, alfa y omega, aun sin ser destinados, estarán unidos irremediablemente. Los omegas no pueden reproducirse sin consecuencias fisiológicas con otro alfa. Aquello, por supuesto, se traduce en insatisfacción y dolor. Hasta hace unos años, la tasa de suicidios en omegas era realmente alta y ni hablar de la de alfas condenados por abuso sexual.

Para controlar todo aquello, se implementaron medidas. Se desarrollaron supresores de celo tanto para omegas como para alfas; se instituyó la separación de géneros en edad escolar y hasta los 18 años, edad en la que se alcanza la madurez sexual, porque los supresores no pueden administrarse antes del primer celo y este ya es bastante peligroso. También se instalaron refugios para los omegas sin alfa durante su celo para protegerlos. Pero, aunque todas esas medidas siguen vigentes, ahora tenemos una medida más eficaz para evitar tal caos: el emparejamiento dirigido.

A partir de los 18 años, todo alfa y omega espera una carta. En ella se muestran los resultados de compatibilidad de un alfa con un omega. Una compatibilidad que ha dado resultado para encontrar al ser destinado. El destino también está grabado en el DNA, al parecer. Entonces, alfa y omega pueden encontrarse y llevar acabo el ritual del vínculo tan pronto como deseen. De esta manera no hay parejas destinadas rotas ni periodos de celo dolorosos o incontrolables. La tasa de suicidios de omegas está en su mínimo histórico y las cárceles han dejado de hospedar alfas fuera de control. Todo resulta mejor ahora para ambos. El grado de satisfacción hacia la técnica de emparejamiento dirigido es tan alto que se ha convertido, en unas décadas, en una ocasión de tintes sociales insospechados. Es un momento crucial en la vida que se celebra por todo lo alto.

Con tantas complicaciones y a pesar de las soluciones, pensaran, ¿qué tiene de bueno ser alfa u omega? Bueno, pues eso, no hay mayor privilegio en el mundo que saber que el amor de tu vida existe y que serás feliz a su lado. Tal garantía solo ellos la tienen.

Yo soy un alfa y esta es mi historia de amor. Comienza cuando tenía 17 años y dentro de poco recibiría mi carta. Para mí, sin embargo, no era una fecha que estuviera deseando con locura. De hecho, deseaba con vehemencia que mi cumpleaños 18 se tardara un milenio en llegar. Soy un alfa, mi destino y mi corazón ya estaban prometidos a un omega en algún lugar de la Tierra; pero en ese instante, estos aún eran míos y los había depositado en las manos de otro alfa.

Stony Series Vol. 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora