No vuelvas a hablarme

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Inasa estaba muy confundido, estaba enfrente de la estufa encendida tratando de quemar el pañuelo que le había quitado al jodido Todoroki, solo tenía que ponerlo encima y se quemaría, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí pero seguro más de cinco minutos.

- Inasa, ¿Terminaste de cocinar? - Kendo lo veía con una tetera en la mano.

Se tardó unos segundos en contestar – Si - apretó el pañuelo que tenía en la mano y salió lo más rápido que pudo de la cocina y subió al elevador, pulsó su número de piso y esperó a que se cerrara la puerta.

Estaba a punto de cerrarse, cuando una mano se interpuso para evitar que se fuera, el aroma fue lo que lo golpeó primero, olió un campo de fresas maduras que había sido recién regado, fresco y embriagador.

Entonces vio sus ojos, el derecho de un gris tan oscuro que casi parecía negro con la iluminación y el izquierdo de un azul turquesa como el color azul de los icebergs cuando está nublado. Miró la mancha roja que cubría su ojo izquierdo y su hermoso cabello largo blanco y carmesí.

Entonces miró toda su cara y recordó quien era, desvió la mirada, enojado consigo mismo y cruzó los brazos para evitar el impulso de golpearlo, que en realidad eran unas ganas locas de tocar su cabello y sentir que tan suave era.

El elevador se cerró antes de que pudiera pensar en salir y aun así ¿Por qué tenía que ser él el que se bajara? Sin aviso un cristal bajó separándolo de Todoroki que estaba recargado en la pared del elevador contraria a él - Inasa Yoarashi sus niveles de feromonas están aumentando detenga su producción o este elevador lo encerrará por los siguientes 15 minutos –.

No se había dado cuenta, se controló a sí mismo y el elevador comenzó a extraer el aire y remplazándolo con nuevo para eliminar sus feromonas, el cristal desapareció y ambos estuvieron compartiendo el mismo aire de nuevo.

Escuchó una risa y volteo a ver a su acompañante, que tenía una ligera sonrisa, eso lo hizo sonrojar.

El elevador llegó a su piso y se bajó, pero antes de que se cerrara volteó a ver al héroe – No vuelvas a hablarme – la cara de Todoroki se ensombreció y volvió a su seriedad habitual, pero creyó ver sus ojos brillar extraño.

El elevador se cerró y él se quedó confundido, lo que vio en esos ojos no era confusión o ira, era... ¿dolor?, ¿imposible no?

Dentro del elevador Shoto comenzó a hiperventilar, había sentido una punzada de dolor tan fuerte que sintió como si lo apuñalaran, ¿Qué demonios había sido eso?, ¿Por qué el chico lo odiaba? Y más impórtate, ¿Por qué le importaba?

Olfateó el aroma que quedó en el elevador lo hacía sentir extraño, olía a la arena calentada por el sol y la brisa del mar que te refresca en verano, el aroma poco a poco se fue, hasta que llegó a su piso, entró al apartamento vacío y se fue directo a su cama.

Se recostó inquieto así que sacó el pañuelo que tenía en su bolsillo y lo acercó a su nariz, jamás había olido algo tan agradable y embriagante, estaba cansado y terminó durmiéndose con el pañuelo fuertemente apretado en su mano.

Por otro lado, Inasa decidió que no quería volver a olerlo y con toda la determinación que tuvo guardó el pañuelo en una bolsa ziplok y lo colocó en el cajón de su mesa de noche.



Inasa y Shoto, son una de las parejas que me gustan pero no he leído muchos fics sobre ellos, será interesante ver a donde me lleva escribir sobre ellos.

El brillo de tu pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora