Atada a una silla

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Leer a las personas requería de años de observar a las personas, si bien cada uno es único e irrepetible, había ciertos patrones que se repetían y se había vuelto tan buena en esto que podía leer a una persona con 80% de acierto en los primeros dos minutos que pasaba con esta y al 99.9% cuando finalmente con unos diez.

Siempre daba ese 0.1% de error, porque la gente no dejaba de sorprenderla.

Incluso cuando conoció a Dabi, Toga y Shigaraki, dejo ese 0.1%, porque si bien una persona tan traumatizada, no sanaba rápido, lo podían llegar a hacer, aunque dudaba que alguno quisiera.

Atada a una silla mirando fotos de unos chicos tal vez de su misma edad para que los intentaran matar, la hizo pensar en como había llegado a esto.

Si bien su vida fue relativamente buena, un techo sobre su cabeza, comida, ropa y educación, siempre estuvo sola, no en el sentido literal de la palabra, su mamá siempre estaba a un radio de 20 metros a la redonda, pero siempre estaba ocupada y tenía poco tiempo para ella, su padre tenía un trabajo demandante y que era de noche, así que prácticamente no lo conoció hasta los 12, cuando sus padres finalmente se separaron.

Aprendió a leer a la gente gracias a su madre golpeadora y a que, le gustaba pasar desapercibida. Escuchaba y veía a todos a su alrededor sin que nadie se percatara, oculta bajo unas gafas y un cuaderno.

Sus padres ni siquiera se dieron cuenta de su Quirk y aunque ella había visto cosas raras cada que miraba a alguien a los ojos, visiones de colores, lugares y personas, nunca dijo nada.

Lo peor era ver a su madre a los ojos, con el tiempo sus visiones con ella se fueron definiendo y cuando cumplió los 15 años entendió cuál era su don.

Estaba en el supermercado cuando al doblar por un pasillo un hilo dorado salió del meñique de su madre y se unió al de un hombre que llevaba a un niño de tal vez dos años en el carrito y a una niña de unos cinco agarrada de la mano.

Su madre soltó la caja de cereal que estaba cargando y caminó a paso apresurado hacia el hombre, que soltó la mano de su hija y corrió hacia su encuentro.

En ese momento supo lo que había pasado y todo se confirmó cuando unos meses más tarde a su padre le pasó lo mismo mientras iban saliendo de un restaurante donde habían cenado, hacía semanas que no podía ver a su padre a los ojos porque las visiones casi la segaban, una chica unos diez años más joven que él, pero era ella.

Todo lo que siguió después fue una mierda, su mamá estaba ayudando a su pareja criando a sus hijos ya que era viudo, su papá empezó una familia muy rápido con su nueva esposa y si antes no le prestaban atención ahora era nulo, no llamadas, solo unos cuantos mensajes de su padre y unos "buenos días" y "buenas noches" de su madre.

Ambos habían cambiado tanto que no los reconocía, se sentía una extraña alrededor de esas personas, así que tomó la decisión más responsable y al cumplir 18 se fue a vivir cerca de su universidad, ninguno de sus padres intentó detenerla, pero eso estaba bien.

Después se olvidaron de ella así que ella se olvidó de ellos, el paso definitivo fue cambiar su número ya que ninguno preguntó a donde se iría a vivir.

Sola y sin contacto con su familia no le sorprendía que terminara secuestrada y que nadie se diera cuenta. 

El brillo de tu pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora