Lastimar a quien queremos

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Algo se encendió era como si alguien hubiera encendido la calefacción, pero la realidad era que Izuku sintió que se derretía entre las manos de Katsuki.

El olor de Izuku invadió por completo sus sentidos, las manzanas y el olor a madera se combinaron con su propio olor, era increíble.

Pudieron imaginarse un festival de verano, el olor de los árboles húmedos por la lluvia, las manzanas acarameladas de un puesto enfriándose y esperando a que les des una mordida.

Kastuki sintió como su boca se llenaba con saliva y pudo ver en los ojos de Izuku que sus pupilas se dilataban, tocó sus labios con su pulgar pidiéndole permiso de besarlo, su respuesta fue que el pequeño desgraciado besara su dedo.

Se lanzó a sus labios, el sabor a manzana era increíble, no supo cómo pasó, pero cuando se separó por aire se dio cuenta que el chico estaba sobre él y que además ambos tenían orejas y colas fuera.

- Tócame - casi se corre ahí mismo, la sensibilidad en sus sentidos estaba haciendo que sintiera cada rose y sonido al máximo.

Izuku quería que lo tocaran, quería sentirse deseado por su alma gemela, solo un poquito, pero también quería tocarlo. Hasta hace unos minutos estaba diciendo que quería esperar y ahora no podía.

Katskuki comenzó por acariciar sus mejillas llenas de pecas, besó su frente, nariz, mejillas y finalmente su boca, después dio un beso a cada orejita peluda, besó su manzana de adán y su glándula de olor, paseó sus manos por sus brazos, pasándolas a los costados hasta llegar a su cintura y luego sus caderas.

Estaba temblando por lo bien que se sentía, pero no quería quedarse ahí sin hacer nada, Izuku puso sus manos en los hombros anchos, subiendo un momento para pasar sus dedos delicadamente por la glándula de Katsuki.

Un estremecimiento desde la punta de sus pies hasta la cabeza lo hizo jadear, Katskuki estaba dando círculos por su espalda.

Entonces una idea cruzó por su cabeza y comenzó a bajar hasta encontrar el inicio del pantalón, donde metió su mano y entonces la sintió.

- Ah! - Izuku metió la cabeza en el cuello de Katsuki.

- Es tan suave, déjame sacarla para que no se aplaste – Katskuki bajó el pantalón hasta que pudo ver la pequeña pelusita que era la colita de conejo de su pareja.

- Haaa, Bakugo-san -.

- Katsuki – los ojos del peliverde se abrieron grandes y se sonrojó más de lo que Katsuki creyó posible.

- Katsu... Katskuki- san – sin quererlo apretó la colita un poco más fuerte.

- Ah! - solo eso había sido suficiente para hacerlo correrse.

Y Katsuki por poco y lo hace, esa expresión extasiada de su pareja corriéndose encima de él, era magia pura.

Se dio cuenta que el chico comenzaba a dormirse, quería dejarlo, pero ahí sería incomodo, así que lo movió lo más lento que pudo y lo cargó hasta la habitación sentándose con él en brazos en la cama.

- Izuku – le acarició las mejillas cubiertas por sus orejas - Cariño necesito que te des una ducha – sus ojos infinitamente verdes se abrieron de a poco.

- Katsuki-san - había algo en el honorifico que le mandaba corrientes eléctricas por todo su cuerpo.

- Tienes que limpiarte o se secará - Izuku tardó unos segundos en entender lo que su pareja le estaba diciendo.

Su cara se puso roja a más no poder y con algo de vergüenza se paró - Yo perdón, me quede dormido y... -

- Esta bien fue un día agotador, vete a limpiar, báñate, yo me iré a mi apartamento – Katsuki se paró para dejar el cuarto, pero la mano de su pareja lo detuvo.

- Duerme conmigo – la cabeza de Katsuki casi explota – Solo dormir no pienses que yo... - claro que lo había pensado, pero entendía, él tampoco quería alejarse ni tampoco ir tan rápido.

- De acuerdo me quedaré - el chico asintió y se fue al baño.

Esto será difícil – Y que lo digas -.

Buscó ropa para Izuku en el armario, encontró una piyama grande gris y cómoda, tal vez le quedaría algo grande, pero era mejor a su ropa de vestir.

Se acercó a la puerta del baño y toco - Encontré ropa, ¿te la puedo dejar dentro para que te cambies? -.

- Si - abrió la puerta que estaba sin seguro y puso la piyama doblada en mueble de acero inoxidable encima de la taza del baño, miró disimuladamente la regadera que era medio opaca, eso le permitió ver la figura borrosa de Izuku, el cual estaba de espaldas a él enjuagándose el cabello.

Izuku sentía la mirada del alfa, pero no quería voltear, escuchó como recogió la ropa y avergonzado pensó en la ropa interior que estaba lavando en ese preciso segundo, recordar lo que había pasado en el sillón solo hizo que se volviera a mojar y no precisamente de agua.

Katsuki salió algo decepcionado de no encontrar la ropa interior junto con lo demás, pero se conformó con la camisa y el pantalón del chico, lo haría rápido ya que su miembro lo estaba matando, había una vocecita que le decía que eso era raro y desagradable, pero le valía mierda, él también quería liberarse.

Acercó las prendas a su nariz y pudo oler lo que había pasado en los pantalones de Izuku, las manzanas y la madera mezcladas con su propio olor eran el paraíso, rápidamente se sentó en el suelo alfombrado recargándose en la cama, viendo directamente a la puerta del baño.

Comenzó por acariciar su miembro sobre la mezclilla recordando los sonrojados cachetes de Izuku, sacó su miembro del pantalón y los boxers, suspiró con alivio y comenzó a masturbarse, acariciando la punta y bajando hasta su nudo, tenía que ser rápido no sabía cuándo saldría del baño.

Recordó sus gemidos y sus hermosas orejas, en su mente se comenzó a formar una imagen de él tocándolo, su mano era pequeña, subiendo y bajado rápido sobre su miembro, su respiración agitada y los gemidos que soltaba se combinaban con los suyos en su mente, tapando lo mejor que podía su propia boca con las prendas del chico que no dejaba de oler, no podía detenerse, olía tan bien.

La imagen de él sustituyendo su boca por sus manos fue suficiente para hacerlo venir - Izuku - susurró bajo con su liberación.

Se quedó unos segundos en lo que acababa de hacer, no era raro que se masturbara, pero nunca se había imaginado algo tan vivido y menos con alguien que acababa de conocer, estaba algo confundido, jamás esperó sentirse así por nadie, incluso con Camine con la que había intentado tener una relación se había sentido tan natural como respirar.

Es normal, no te digo que no te sientas confundido, pero trata de también sentir la calidez y la felicidad que sientes a su lado, se quedó callado mientras se limpiaba y ponía en la lavadora la ropa del chico antes de que saliera del baño.

- Lo intentaré, enserio, pero siento que todo avanza muy rápido -.

Tal vez así sea, pero lo importante es que lo disfrutes también.

Sonrió con algo de nerviosismo, lo malo no era que estuviera pasado, lo malo era que en verdad lo estaba disfrutando mucho y tenía miedo, miedo de lastimarlo y de lastimarse a sí mismo.

Es inevitable a veces lastimar a quienes queremos, sin querer.

El brillo de tu pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora