Oh mierda

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Shoto gemía mientras se metía su dildo morado por su húmeda entrada, se había despertado hace solo una hora, cuando un sueño húmedo lo había despertado justo en la mejor parte.

Metió con más rapidez el dildo recordando la fuerte mirada de su sueño, los músculos que ya recordaba de memoria e imaginando que lo que entraba y salía de su abusada entrada no era otra cosa más que el duro y caliente miembro de Inasa.

Se había comenzado a complacer con la imagen del fuerte cuerpo del joven casi desde que lo había conocido.

Al principio no se dio cuenta, pero con el tiempo la imagen mental que tenía cada que lo hacía iba definiéndose, hasta que por fin los ojos del joven le devolvieron la mirada, una mirada feroz y llena de deseo.

- ¡Inasa! - gemía una y otra vez, sintió que estaba a punto de correrse así que activó el nudo artificial de su dildo, expandiéndose en su entrada y dándole un buen orgasmo.

Poco a poco el dildo se desinfló y como en las ocasiones anteriores, se sintió culpable por usar a su "alumno" como imagen mental para masturbarse.

Pero bien que lo disfrutas.

Su tigre se burló un poco de él, la vena sádica que tenía era molesta a veces.

- Trato de no pensar en él, pero cuando comienzo lo primero que veo son sus ojos y al final no puedo parar – trato de justificarse.

No te estoy juzgando, pero creo que si le tienes tantas ganas podrías simplemente seducirlo.

- Kori - regañó algo azorado.

Vamos, sabes que te ve como si fueras un oasis en el desierto.

Y era cierto, se había dado cuenta de las miradas cargadas de deseo que de vez en cuando este le daba, como cuando le enseñaba un movimiento o cuando creía que no lo veía.

- Pero esa no es la única forma en que me mira - Kōri tenía que admitir que eso era cierto, el chico lo miraba a veces con algo de ira en sus ojos, pero poco a poco se estaban volviendo menos frecuentes.

Nada te quita intentarlo, si te rechaza podrás tener una razón para morir de vergüenza por ser un asalta cunas.

Kori se retiró dejándolo solo, Shoto suspiró, tenía razón, pero la sola idea de coquetearle lo hacía enrojecer, además hace mucho que se había rendido con las citas, entre la atareada vida que tenía como héroe y el manejo de sus inversiones para poder hacer su agencia con Bakugo, casi no le quedaba tiempo.

La última vez que había ligado con alguien había sido con su ahora mejor amiga Uraraka y en realidad ella lo había invitado, para al final solo quedar como amigos.

En su último año de instituto se liberó de todos los prejuicios que su padre le había inculcado y había tenido una vida sexual activa, pero sin compromisos, por eso se había ganado algunos muy desagradables artículos en revistas de chismes, pero una llamada a uno de los mejores abogados y eso se había solucionado.

Otra cosa era que quería algo con el chico pero no sabía qué, solo un revolcón y ya?, una relación de amigos con derechos? o algo más profundo. Mientras se enredaba en sus pensamientos un pensamiento cruzó su cabeza, algo que lo inquietó.

Un sudor de ansiedad comenzó a surgir por su espalda, no recordaba si Aizawa se lo había dicho, un poco más alarmado se arrastró en la cama aún desnudo y tomó su teléfono, que estaba sobre la cómoda de la cama.

Desbloqueó su celular y abrió el archivo donde tenía toda la información de los chicos del 3A.

- Oh mierda -  el "niño" solo tenía 17. 

El brillo de tu pechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora