El brillo de tu pecho

Dorado y Negro

El bar estaba en calma y la conversación que se daba lugar en ese momento no la perturbaba.

- Maestro, entiendo que esto es importante, ¿Pero no sería más fácil matarlos y ya? - el movimiento de la joven atada en la silla le hizo saber que había despertado de nuevo.

- Shigaraki, esto es más de lo que te puedes imaginar, sé que no lo comprendes en este momento, pero te pido que confíes en mi – confiaba en su maestro, pero no confiaba en la chica.

- Solo hemos podido matar a uno –.

- Ellos solo eran pruebas – Shigaraki se sorprendió, ahora entendía mejor.

- De acuerdo, entonces esperaremos – la pantalla se apagó y dejo a las cinco personas en silencio.

- Hay que darle de comer o morirá - Kurogiri miró a la chica que lo miraba fijamente, nunca se lo diría a Shigaraki Tomura pero había algo en ella que lo inquietaba.

- Se niega a hacerlo – Dabi entró juntó con Toga – Y tampoco es divertido cortarla, no reacciona para nada – la chica hizo un puchero.

- Entonces hay que obligarla – Dabi la miró de reojo, pero en cuanto lo miró a los ojos la evitó, esa chica le ponía los pelos de punta y mira que estaba muy jodido de la cabeza para estar así de paranoico.

La joven atada no podía tener más de dieciocho, de altura promedio y con un extravagante color de pelo mitad negro de las raíces a la mitad del largo de su cabello y blanco de la mitad a las puntas y sus ojos eran plateados.

- Comeré - no había comido ni bebido agua desde hacía dos días, así que su voz sonaba ronca y apagada, pero fue lo suficientemente fuerte para que todos la escucharan.

- Que bueno señorita - Kuroguiri ya estaba pensando en pedirle al doctor que le pusiera una intravenosa – Como ha intentado escapar antes le daré yo mismo de comer – Kurogiri tomó un vaso con agua y un popote de color rosa – Tome con calma mientras le traigo algo – en cuanto el vaso fue puesto a su alcance comenzó a beber su contenido, lentamente, para no terminar vomitando el agua.

- Así que finalmente vas a cooperar – sus ojos se dirigieron a Shigaraki.

- No, solo tengo hambre – y siguió tomando agua – Y si quieres que haga lo que tengo que hacer tengo que tener suficiente energía para hacerlo - estaba atrapada, sin posibilidad de escapar y bastante cansada.

- Que tu poder solo se pueda usar una vez cada semana me está exasperando - sus ojos se fijaron en él y de nuevo sintió que le examinaba profundamente - ¡Deja de hacer eso! - le lanzó una llamarada que no la exaltó en lo más mínimo.

- Tu fénix se acerca cada vez más - miró en dirección de la chica que la miraba sorprendida – Aún nada - miró a Shigaraki – Es muy brillante, espero que tu oscuridad no la consuma -.

- Déjate de estupideces, eso no va a pasar – ella solo sonrió.

- Puedes escapar toda la vida si quieres, pero tarde o temprano te alcanzará - Dabi iba a quemarla ahí mismo, pero Kurogiri entró con un tazón en mano.

- Ya que no ha comido en días solo será sopa y algo de pescado – la joven asintió.

- Cuando termines de hacer eso, hay que llevarla con el Doc para que vea las fotos – el hombre morado asintió.

- Como sea me voy de aquí - Dabi miró a la joven una última vez antes de salir.

Toga no dijo nada, algo intrigada por lo que dijo la chica, pero decidió ignorarlo y su sonrisa regresó a su rostro, pensando en el peliverde que quería para sí misma.

El hombre le dio cada cucharada lentamente, mientras el silencio reinaba.

Cuando casi estaba por terminar la chica le preguntó - ¿Kurogiri te puedo hacer una pregunta? – los ojos amarillos se fijaron en ella.

- No creo poder responderla -.

- ¿Cuál es tu color favorito? - eso lo tomó desprevenido.

La miró detenidamente, iba a decir lo común, que no tenía un color favorito, pero una imagen fugaz a saber dónde pasó por su cabeza y respondió por inercia – Dorado y negro – el hombre se vio sorprendido por su respuesta, pero esta aumentó cuando la chica le sonrió con tristeza.

- Un Sagi azul, una Pantera negra y un León dorado – la joven le sonrió con tristeza, se sintió incomodo, pero continuo con su tarea.