21. Estabilidad

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14 de septiembre de 2020

Había pasado ya una semana de que Raoul, su hermano Jonathan y Gala se hubieran marchado a Londres. Agoney les fue a despedir al aeropuerto junto con los padres del rubio, que terminaron emocionados. Sin duda no se le olvidará el abrazo que le dio Tomas cuando vio que él también estaba a punto de llorar, y que no hizo más que hacerle sollozar más fuerte.

Cuando volvió a su propia casa, Maryse le dedicó una mueca triste y besó su frente. Sus hermanas también le miraron con compasión pero más por verle tan afectado que porque le fueran a echar tanto de menos. Les había caído bien, pero no les había dado tanto tiempo a establecer ninguna relación, no al menos como la suya con Raoul.

Por otro lado, Raoul había cumplido su promesa y le llamaba todos los días. Incluso le pidió saludar a sus hermanos. Cuando James le vio a través de la pantalla parecía realmente emocionado, y ni hablar de Tyler y Laia, que fliparon con que estuviera en otra ciudad diferente, donde no se hablaba castellano.

Como aún no habían empezado las clases, tenían más tiempo para pensar en el otro, dedicarse tiempo y muchas canciones. Raoul ya le había hecho un tour por el piso de alquiler, por las calles de su vecindario, por su universidad y por el parque. A este último Raoul iba todas las mañanas, pues se había propuesto empezar a hacer ejercicio. Aunque lo que terminaba haciendo era llamar a Agoney y hablar de lo nervioso que estaba y de lo difícil que sería conocer a gente nueva en un lugar nuevo. Al menos él podía ayudarle con eso, Agoney se sentía un extraño en su propia ciudad, así que le había podido dar consejos, que él no se solía aplicar, pero que vistos desde otro punto de vista eran evidentes.

- Solo sé tú mismo, y no tengas miedo de acercarte a los demás. Seguro que tendrán curiosidad por conocer al nuevo. – Le dijo, observando como el viendo de Londres despeinaba el pelo de Raoul.

Era increíble cómo, a pesar de la nubosidad del cielo, Raoul brillara como si le estuvieran iluminando mil soles.

- Ya. – Raoul bajó la mirada, se le veía inseguro y Agoney deseó poder atravesar la pantalla y darle un abrazo. – Espero que vaya bien esta tarde.

Por desgracia, allí empezaba antes la universidad y ese lunes era el primer día de Raoul. Había salido como cada mañana al parque y había llamado a Agoney con una bola de nervios y un nudo en la garganta. El moreno nunca le había visto con tanto miedo. Era chocante ver como una persona que creías la más valiente y fuerte se derrumbaba y mostraba sus debilidades. Por eso Agoney hizo todo lo posible por calmarle, siendo la seguridad que el rubio necesitaba. Le devolvía un poco de toda la que Raoul le había dado.

- Irá genial, llámame cuando vuelvas ¿vale? Estaré en casa, mis hermanos también empezaron hoy.

Se despidieron poco después y Agoney se vistió. Se había estado despertando relativamente pronto para hacer videollamada con Raoul por las mañanas, sobre las 10, y después quedaba con Nerea para ir a la autoescuela.

Había sido una decisión difícil, pero ya que estaba superando la muerte de su padre y además enfrentando miedos e inseguridades, quería atreverse con lo del coche. Después de aquella experiencia con el coche de la madre de Raoul se frustró por no poder ni siquiera estar dentro del coche sin rememorar lo sucedido. Cuando empezó a ir con Miriam, su psicóloga, de nuevo, no trataron el tema hasta principios de verano, donde admitió tener un pequeño trauma con el día del accidente. Pero no fue hasta finales de verano, poco antes de enterarse de la noticia de Raoul, que tomo la decisión de sacarse el carnet de conducir y ver si teniendo el control podría superarlo. Miriam lo aprobó siempre y cuando no se escapara de sus posibilidades. Los límites estaban ahí y no podía ignorarlos tampoco.

Seis meses (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora