4. Armonía

397 50 75
                                    

19 de marzo de 2020

Agoney caminaba lentamente a pesar de que sabía que llegaba tarde. Sus manos iban metidas en los bolsillos de la chaqueta y los nervios le recorrían el cuerpo entero. Las calles no estaban vacías pues con el buen tiempo los jóvenes salían más de fiesta y los paseos nocturnos volvían a ser agradables. Agoney preferiría que no hubiera tanta gente, pero le gustaría más no ponerse a pensar en lo que esa gente podría pensar de él caminando solo por la calle un viernes por la noche. Tal vez que era un chico raro sin amigos, con lo que tampoco se alejarían mucho de la respuesta. Pero ese día iba a estar acompañado, de Raoul y de sus amigos y, tal vez –tenía esperanza–, podría mantener esa amistad y abrir por fin su círculo de amistades. El plan de convertirse en un chico sociable en la universidad no había salido bien, pero Raoul le había dado otra oportunidad de intentarlo. Quería aprovecharla.

Llegó a la pista de skate y, tal como había dicho Raoul, estaba cerca del parque y por tanto cerca de su casa también. Había más de un grupo de personas esparcidos por toda la plaza, pero diferenció una cabellera rubia que llevaba una diadema de lucecitas donde se leía it's my birthday. Se acercó a pasos cortos, intentando tranquilizarse con respiraciones profundas y mordidas en el interior del labio. No hizo falta mucho para que Raoul lo viera y corriera hacia él.

- ¡Agoney! – Le abrazó con tanta naturalidad que Agoney no se lo esperó. Se mantuvo quieto, sin devolver el toque, hasta que fue el rubio quien se separó y le dedicó una sonrisa. – Ya pensé que no venías.

- Lo siento. – Se disculpó aunque llegaba tarde a propósito, para al menos asegurarse de que habría alguien allí y no quedaba como un tonto.

Miró alrededor de nuevo, se escuchaban músicas diferentes, gritos y palabras más altas que otras de conversaciones ajenas. Agoney no terminaba de sentirse del todo cómodo, pero el grupo de Raoul parecía más tranquilo, apenas formado por dos chicos y dos chicas más.

- No pasa nada. Te presento a mis amigos, ¿quieres?

Asintió, incapaz de decir algo por sí mismo, y Raoul les hizo un gesto a sus amigos para que se acercaran. Estos parecían estar deseándolo, porque fueron rápidamente.

- ¡Hola! – Una de las chicas, la otra se había quedado atrás aun sentada en el borde de un muro, fue la primera que apareció frente a él. Era bastante bajita, incluso más que Raoul, y tenía rasgos infantiles pero bien marcados, unos ojos grandes y tan maquillados que le recordó a su hermana Emma, con el pelo rubio y todo. – Yo soy Nerea, voy a clase de canto con Raoul.

- Yo soy Álex. – Un chico, también rubio pero con el pelo más largo y liso que Raoul, colocó uno de sus brazos sobre su hombro en gesto amigable. Agoney le sonrió sonrojándose.

- Agoney. – Susurró, cerrando los ojos al escucharse a sí mismo tan patético.

Estaba desaprovechando la oportunidad de dar buena impresión y la ansiedad estaba llegando a él en forma de impotencia.

- Hostia es un nombre genial. – Álex palmeó su espalda sin fuerza y cogió la mano del chico con cabello negro y expresión tranquila. Algo en él lo hacía ver a la vez peligroso y confiable. – Él es Charlie, muy majo, solo hay que darle de beber un poco para que se suelte.

- No bebo. – Dijo Charlie, su voz seria y sus cejas fruncidas. – Y lo sabes.

Álex rodó los ojos.

- Nos alegra que Raoul te haya invitado, así somos más en el grupo.

- ¿Porque nunca invitamos a chicas a unirse a nuestro grupo? – Preguntó Nerea cruzándose de brazos.

Seis meses (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora