29. Nuevo

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1 de enero de 2021

Sofía había dado sus primeros pasos el día de navidad, cuando se había levantado para tirar la pelota de princesas que le habían regalado. Desde entonces, no paraba de corretear por toda la casa. Asomaba la cabeza en las habitaciones de sus hermanos mayores y, cuando le devolvían la mirada, salía corriendo con pasos tambaleantes y riendo a carcajadas.

Tyler y Laia habían estado muy ocupados con sus regalos de Papá Noel: una cocinita y una caja registradora. Regentar un restaurante no parecía sencillo pero el servicio que ofrecían dejaba mucho que desear. Laia siempre le traía el mismo plato con una salchicha de plástico encima y Tyler nunca le daba el cambio correcto. Agoney esperaba que nunca quisieran ser camareros o cajeros de verdad.

Por suerte, James estaba más tranquilo, su regalo de navidad habían sido unos comics de Spiderman, y como aun leía bastante lento se pasaba el día con el libro en la mano.

Isabelle había recibido libros y ropa, al igual que Emma, solo que cambiando los libros por maquillaje. Para Maryse habían sido los regalos más fáciles de comprar, ya que ambas sabían que Papá Noel no existía.

Agoney pidió una guitarra, pensaba darle una sorpresa a Raoul y aprender a tocarla por su cuenta, aunque seguramente esperaría para que él siguiera enseñándole ya que tenía más paciencia y sería divertido. Casi le hizo más ilusión a Raoul cuando la vio en una videollamada, sus ojos brillaban tanto que Agoney quiso besarle.

Pero el mejor regalo, sin duda, era el que había preparado Agoney para su madre. Había tenido la idea una tarde paseando con Isabelle, y a ella le gustó. Cuando Maryse abrió la mañana de navidad el paquete, se echó a llorar. Era un cojín para el sofá, de forma cuadrada, con una foto de su padre por uno de los lados y una foto de su madre y él en el otro.

Era el cojín que Agoney tenía sobre el regazo en ese momento, mientras mensajeaba con Nerea y Alex, que ya salían para la plaza donde iban a celebrar el año nuevo. Los mellizos habían aguantado despiertos para tomarse los doce lacasitos, pero Sofía ya hacía tiempo que se había dormido. James cabeceaba en el sofá, con Isabelle y Emma, mientras veían un programa de canciones. Maryse había recogido la cocina y estaba acostando a los mellizos, así que Agoney les avisó que estaría allí en un rato. Se levantó y se encaminó por el pasillo.

- ¿Entonces papá se tomó las uvas en el cielo? – Escuchó la pregunta de Tyler.

- Sí. ¿Pensaste en él cuando te comiste el último lacasito?

- Sí mama, yo sí. – Respondió Laia.

- Yo también.

Agoney se mordió la sonrisa y entró a la habitación.

- Mamá, ya me voy. Volveré sobre las cuatro supongo. Ellos tienen pensado ir a desayunar pero no creo que aguante.

Maryse se giró para mirarlo, estaba sentada en una silla al lado de la litera de los niños.

- Vale cielo, ten cuidado. Si pasa algo me llamas.

- No te preocupes. Buenas noches chiquitos.

Salió y fue a su habitación a por el abrigo. Se despidió también de sus hermanas y respiró hondo antes de salir. Era la primera vez que celebraba fin de año fuera de casa, pero tenía ganas de pasárselo bien, de construir experiencias con sus amigos, así que no se lo pensó más y empezó a caminar.

Las calles no estaban tan vacías como había pensado. Mucha gente salía ahora a celebrar a la calle, mientras que otros muchos se quedaban en casa con sus familias. Si su padre aún estuviera vivo, seguramente se hubiera quedado. Aunque no podía saberlo, tal vez solo pensaba eso ahora que no lo tenía con él. Muchas noches le daba vueltas y se arrepentirá de no haber aprovechado bien el tiempo. Intentaba darle la vuelta al pensamiento y empezar a disfrutar de la vida que le faltaba, pero a veces era difícil, mucho esfuerzo sin saber la recompensa. 

Seis meses (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora