Capítulo 23

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Enero 22, 1993

Esta noche, nuevamente tuve que dejar la habitación de Jungkook a la madrugada.

Sé que él tiene razón, y parece que estuviera escondiendo nuestra relación de algún novio, marido o algo así.

Odio hacerlo. Odio tener que dejarlo en su cama solo y vestirme para salir de su casa y volver a la mía.

Pero Hewon nunca lo entenderá ni lo aceptará.

Y no le hace falta que Min Ho la apoye indefectiblemente.

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Las siguientes semanas Jimin y Jungkook se vieron cada vez que pudieron robarles minutos a sus respectivas parejas y su rutina diaria.

Faltaban dos semanas para que Jimin se fuera con la compañía a Ilsan.

El fin de semana anterior habían tenido lugar las últimas funciones de Giselle en Seúl, así que, mientras Min Ho se pasaba días enteros en el teatro organizando la gira, Jimin disfrutaba de unas pequeñas vacaciones.

Ese jueves era el día libre de Jungkook, mientras que Lisa estaría en el hospital hasta las cinco, donde Jungkook la recogería para cenar en casa de Namjoon y Seokjin.

— Quédate un rato más — rogó Jungkook mientras Jimin se calzaba sus botas sentado en la cama desecha.

Jimin sonrió antes de voltearse a verle.

Jungkook estaba desnudo, cubierto apenas por una sábana hasta la cintura. Su pecho desnudo, su cabello alborotado después de que Jimin pasara los dedos entre ellos cientos de veces y sus labios algo sonrosados después de tantos besos y mordiscos compartidos, lo hicieron replantearse la decisión de marcharse.

Si a eso sumaba que el clima afuera era helado y más que húmedo debido a la lluvia que había caído sin parar los últimos tres días, su resolución tambaleó un poco más.

Pero en poco más de dos semanas se iba de viaje y necesitaba ir a buscar dos nuevas mallas, y ya no podía retrasarlo más.

— Me tientas — susurró inclinándose hacia él para besarle.

Jungkook atrapó sus labios, mientras enredaba los dedos en sus cabellos.

— Me tientas — repitió sonriente cuando se separaron.

— No lo suficiente — se quejó él.

— Cariño, llevamos más de seis horas aquí dentro — rio divertido.

— Si tú quisieras podríamos quedarnos seis más, y seis más, y seis más — replicó haciéndolo reír más profundamente.

— Lo siento, cielo, pero cerrará el taller y ya no puedo seguir postergándolo. — le explicó mientras abotonaba su camisa.

— Lo sé — gimió Jungkook dejándose caer sobre la cama. — Es sólo que apenas quedan un par de semanas para que te marches.

— Estaré viniendo cada semana.

— Con Min Ho — se quejó.

— Me haré tiempo para que nos veamos — prometió.

— Nada será como este último mes.

— No sé cómo pero lo arreglaremos — aseguró aunque ni él estaba convencido de lo que decía.

Se levantó para ir hasta la cómoda donde había dejado su reloj.

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