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Febrero 26, 1993
Después de nuestra tonta discusión por Mark Tuan, Jungkook me hizo el amor de forma salvaje.
Me tomó contra la cerca del patio trasero de la casa de Lay, mientras todos veían Alien 3, en el salón.
Fue sexy, excitante y muy, muy caliente.
Me gusta el Jungkook ansioso, un poco celoso y molesto.
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Jimin había vuelto a la ciudad el jueves a última hora.
Jungkook había esperado su llamada con creciente ansiedad, pero cuando al fin tuvo noticias de él, fue sólo a través de un mensaje de texto para decirle que no podría verlo hasta el lunes siguiente.
Para cuando el lunes llegó, lo esperaba en su departamento paseándose como león enjaulado.
Se lanzó a abrir la puerta en cuanto escuchó el ruido de la llave en la cerradura.
— Dios, Minnie — gimió tirando de él y haciéndolo entrar para cerrar la puerta.
Lo empujó contra ésta y lo besó con desenfreno.
— Dios, amor, te he echado tanto de menos — susurró apoyando su frente contra la de el en un intento de ralentizar su respiración.
Jimin era incapaz de hablar. Había tantas cosas que decir y eran tan difíciles.
Sin alejarse un ápice de él, las manos de Jungkook recorrieron su rostro y sus hombros para bajar por sus brazos y enredarse con las de él.
Fue entonces que todo se precipitó.
Jungkook entrelazó sus dedos con los de Jimin y sin buscarlo tocó el brillante que descansaba en su dedo anular.
Se separó de él lentamente y levantó su mano intentando acallar el latido de su corazón que martilleaba en sus sienes.
Jimin se ruborizó y tiró de su mano intentando soltarse de su agarre, pero éste se hizo más firme.
— ¿Qué es esto? — preguntó entre dientes aunque sabía la respuesta.
— Me lo ha pedido — dijo Jimin en voz muy baja.
— ¿Y has dicho que sí? — indagó en un gruñido.
— Sí.
Jungkook se alejó de él mirándolo entre furioso y asqueado.
— ¿Vas a casarte con ese imbécil?
— No hables así de él — le reprendió.
— ¿Y cómo diablos se supone que debo referirme a él? ¿Como tú perfecto novio? ¿Tu ejemplar futuro marido?
— Ya está bien, Jungkook. Tienes que respetar mi decisión.
— ¡No puedo respetar una decisión que te hará infeliz! — gritó iracundo haciéndolo estremecer.
— Yo no me meto en tus decisiones. Tú no tienes derecho a meterte en las mías.
— No puedes hacerlo, Jimin. No puedes casarte con ese tipo. No lo permitiré.
— ¿Y quién eres tú para interferir? — le gritó a su vez furioso también. — ¿Acaso tú no vas a casarte con tu novia? ¿Qué diablos esperas que yo haga? ¿Qué se supone que debo hacer, eh?
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Ilusiones prestadas
Fiksi PenggemarLlevaba toda la vida preparándose para ser el bailarín principal y finalmente lo había conseguido. Y ahora parecía que sus sueños habían cambiado y estaba dispuesto a cambiar su mundo. Pero ¿y si en realidad sus sueños nunca hubiesen sido aquellos...