Capítulo 12

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Mayo 14, 1999

Hoy, al salir del ensayo, Jackson me besó.

Sentí cientos de sensaciones contradictorias. Me gustó y a la vez no. Lo disfruté y a la vez no.

No me siento preparado para analizar estos sentimientos, pero nunca podría serle infiel a Min Ho.

Él no se lo merece.

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— ¿Lo estás tú? — preguntó el a su vez sumiéndolo en un mar de dudas.

Jungkook lo observó con atención intentando ordenar en su cabeza todas las ideas que se agolpaban allí.

Era Jimin. No había nada que deseara más que estar con él, hacer el amor con él. Lo había deseado durante más de una década.

Hacer el amor con Jimin una vez más, sólo una vez más para poder estar seguro de que esa era una historia del pasado.

Una sola vez para poder pasar página y seguir con su vida. Quizás, incluso, después de eso se decidiría a formalizar su relación con Lisa.

Lisa.

Lisa.

No podía evitar pensar en Lisa. Lisa, que era una mujer extraordinaria. Lisa no se lo merecía. Lisa nunca le haría algo parecido. Él no tenía derecho a engañarla.

Pero en lo más íntimo de su ser sabía que si no hacía el amor con Jimin, sería incapaz de seguir adelante. Incapaz de finalmente tomar una decisión sobre su relación con Lisa.

Tal vez ésta era sólo una excusa, tal vez no. De cualquier forma, no se sentía capaz de negarse a lo que estaba a punto de suceder con quien fuera su novio de instituto.

Fue entonces que dijo las palabras que firmaron su sentencia.

— Estoy seguro aseguró — Quiero estar contigo, lo sé. ¿Quieres hacerlo tú?

— Completamente — confirmó Jimin y Jungkook sacó las llaves del contacto del coche.

Bajaron del coche y entraron al edificio en silencio. Sumidos en sus propios pensamientos llenos de dudas y temores, subieron en el ascensor que los llevó a la quinta planta.

— Adelante — dijo Jungkook en un murmullo abriendo la puerta para dejar pasar a Jimin.

El departamento era un monoambiente de 35 metros cuadrados.

Frente a la puerta de entrada estaba la cocina separada del resto del ambiente por una cómoda barra. A la izquierda la única puerta del lugar era la el baño.

El ambiente del salón, con un sofá de piel negra frente al televisor y el equipo de música, se separaba por medio de una biblioteca de la zona del dormitorio.

Desde la puerta de entrada Jimin vio la enorme cama cubierta por un edredón gris y se ruborizó nervioso.

— Es precioso, muy acogedor — dijo adentrándose.

— Es pequeño — reconoció él — pero estaba bien para mí cuando estudiaba, no había mucho que limpiar — sonrió.

— No te imagino haciendo la limpieza — confesó burlón.

— Hey — le contestó con indignación. — Para que lo sepas, soy capaz de limpiar, lavar la ropa, cocinar, entre otras cosas más.

Ilusiones prestadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora