Capítulo XLI

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La noche de ayer fue inquietante, la nota me dejó pensando mucho pero no encuentro ninguna lógica, no entiendo quién la dejó en mi escritorio, tampoco entiendo sus razones.

La única idea que cruza mi mente es que fue alguien de mi pasado que no recuerdo, a veces es jodido no poder saber de tu propia vida.

El tráfico me retrasa unas horas para llegar al trabajo, estoy considerando la idea de pedir una habitación porque pierdo demasiado tiempo en las horas de ida y regreso.

Después de conducir con la música a todo volumen en el coche aparco y entro al lobby, saludo a algunas personas y camino directo a mi oficina donde dejo mis cosas, busco a la directora con la mirada pero no la veo.

Doblo el pasillo en dirección a su oficina pero una mano me detiene.

—Buenos días doctoras—saluda el chico con cara de ángel.

—¿Qué quieres Alexxo?—espeto.

—Oye que humor lleva desde temprano—se queja.

—Para un asesino como tú no tengo buen humor nunca—lo corto.

—¿Te puedo pedir un favor?—me mira serio.

—¿Es en serio?—digo con ironía—Ni lo sueñes.

Salgo caminando pero rápidamente se me pone delante haciéndome frenar.

—Solo por hoy por favor—suplica.

Me quedo callada.

—Ven a verme a mi habitación hoy en la noche, quiero explicarte todo—me pide.

—No tienes nada que explicarme—digo con odio.

—Hay muchas cosas que no sabes.

—Y tampoco me interesa saberlas—paso por su lado chocando con su hombro.

Cada vez que lo veo siento una especie de rabia eléctrica que me consume, no entiendo cuál es su objetivo atormentándome.

Llego al despacho de la mujer y entro después se pedir permiso.

—Buenos días directora.

—Ellie querida—sonríe—¿Que pasa?.

—Estaba considerando la idea de quedarme aquí como residente—suspiro—mi casa queda muy lejos y son muchas horas de viaje.

Ella amplía la sonrisa.

—Me encantaría tenerte aquí junto a todos—me pasa un folleto—aquí está el papel que debes firmar para que llenen una habitación para ti, aún tenemos algunas disponibles.

—¿Puedo llevármelo y considerarlo?.

—Claro querida.

Tomo el papel y me despido con una sonrisa, sería lo más conveniente, no puedo pasar tanto tiempo conduciendo, hace que llegue con dolor en el cuello al trabajo.

Por otra parte me estuviera quitando la comodidad de mi hogar, sin embargo pudiera ir cuando quisiera, incluso los fines de semana puedo irme y volver el lunes.

Considero la oferta sentada en mi escritorio por un buen tiempo, sacando los pros y contras, y finalmente firmo el papel, es lo mejor.

Se lo entrego a la secretaria y me da el número de mi habitación, es en uno de los edificios cercanos al parque, por lo menos podré tener mi lugar prefiero cerca.

Pido permiso a la directora y salgo a casa a buscar ropa suficiente para la semana, la mayor parte del día me la paso acomodando la habitación, la cual no está nada mal.

El diablo en disfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora