Capítulo XII

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Recuerdo aquella vez en el salón de clases.Acababa de entrar , rodeada de estudiantes que eran mayores que yo.

La sala de conferencia era un silencio total.Todos miraban aquella eminencia de la psiquiatría.Soñaban con algún día tener su capacidad.El simple echo de recibir sus clases era una bendición.

¿Qué creen que sea lo más peligroso de un psicópata?—preguntó mirando a sus espectadores.

Nadie hablaba.Nadie se creía capaz de dar una respuesta que mereciera su respeto.

—Su agresividad—dijo la chica de pelo corto.

—Demasiado obvio—dijo la mujer, negando su respuesta.

—Su incapacidad de arrepentirse—salta otro.

—Todos somos capaces de hacer cosas sin arrepentirnos, y eso no es un peligro potencial.

—Sus sentimientos—dije con voz firme.

La mujer entrecerró los ojos buscando mi cara.

—Dígame qué le hace pensar eso—se cruza de brazos.

Claramente trata de intimidarme, Quiere que me ponga nerviosa y me equivoque.

—El psicópata no siente, y cuando lo hace sólo finge—me defiendo.

—¿Cómo sería eso un peligro?.

—Porque cuando creas ver alguna emoción en él, solo será el reflejo de su manipulación.

La mujer aplaudió y desde ese día entendí que no sería una psiquiatra cualquiera.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto?—Trevor me toca el hombro.

—Totalmente segura—no lo miro.

Le hace una seña al señor y este saca el aparato.Es un tranquilizador.Se usa en casos extremos para controlar a los pacientes.

Había tenido mucha calma este tiempo, controlando todos aquellos impulsos que me provocaba Alexxo.Pero no más.

He atendido pacientes peligrosos, y si necesitaba utilizar métodos para facilitar el trabajo lo hacía.Él no será la excepción.

Nadie nunca se ha atrevido a ponerle un dedo encima a Alexxo.Todos le temen como si fuera el diablo en persona, pero yo no le temo.

Ayer en la noche dejé indicado que regresaran al paciente con todas sus comodidades a la habitación que le había asignado.Nada de camisa de fuerza.Nada de maltratos.

—Confiamos en tu potencia—Enrick me palmea el hombro.

Le doy un ligero asentimiento y camino hacia la jaula de la fiera.

Instalaron un sistema de seguridad que funciona por escáner.Paso mi tarjeta de permiso y me adentro en el pasillo.La puerta se cierra nuevamente con mi entrada.

La primera habitación a la izquierda es la de Carlos.Sigo caminando.La de Lia a la derecha un poco más adelante.

Y por último al final del pasillo la de él.Agarro el bolso con fuerza y toco la puerta.

Silencio.

Pongo mi tarjeta y el pestillo se abre.Me sitúo en el umbral.

—Toma asiento, vamos a comenzar—está mirando por la ventana.

Me coloco en mi puesto y saco mi bloc de notas.

—Diría que es un gusto verla pero realmente no estoy de humor Doctora—me da una sonrisa falsa.

El diablo en disfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora