Capítulo XLII

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Mis ojos conectan con los del chico que tengo frente a mí y no puedo negar que es muy guapo, va vestido con una chaqueta de cuero negro y unos vaqueros.

—Te extrañé mucho—me abraza y en medio de mi confusión le devuelvo el abrazo—me enteré de que estabas trabajando aquí y quise venir a verte.

Lo miro por un momento pero no recuerdo a esta persona, rápidamente pienso para reaccionar y llegó a la conclusión de que debe ser uno de los chicos que fue paciente mío.

—¿Te han dado de alta?—pregunto.

Estoy jugando a mi suerte, pretendiendo que no perdí la memoria y lanzando cartas a ver si acierto.

—No he tenido ningún ataque más nunca y los doctores después de analizarme a profundidad decidieron que estaba listo para salir.

—Me alegro por ti—le sonrío al desconocido.

—Una de las cosas por las que quería salir era por ti—dice con suavidad.

Me quedo sin saber qué decir,¿tenía algo con esta persona?.

—Me gustaría comenzar de cero—me mira—pero contigo.

Lo miro ladeando la cabeza y me sorprende la idea, la mayoría de los pacientes corren a donde pertenecen cuando salen, van con su familia, o amigos.

—¿Por qué conmigo?.

—Nuestra historia es rara—se ríe—pero después de todo confío en que puedo hacerte feliz, no como Alexxo que solo te destruía.

Casi puedo escuchar los engranajes de mi cabeza moverse para pensar, él es de mi pasado, y por lo que ha dicho sabe de mí y Alexxo.

—Mejoré por ti, cosa que nunca hará él—se toca el pelo—quiero sanar todo lo que él hizo.

Lo miro tratando de recordar pero es inútil, no siento nada por el chico pero no me desagrada y estudiando su actitud noto que tiene buenas intenciones.

—Es tarde , deberías entrar, pero quiero que pienses mi propuesta, mañana vendré a verte.

Asiento con la cabeza y me da un beso en la frente antes de irse, lo veo caminar y me quedo pensando.

Necesito saber qué pasó en mi pasado, papá no me dirá y Lia por más que sepa tampoco estuvo cerca de mí como para saber los detalles, pero él parece saber mucho.

Entro nuevamente a la instalación y camino por el parque, Alexxo ya no está en el tejado, bajo la mirada al piso mientras pienso en lo que acaba de ocurrir.

Me estampo contra alguien y alzo la mirada para encontrarlo a él.

—¿Qué haces caminando por ahí a esta hora?.

Lo miro con molestia.

—Hasta donde sé no eres mi guardaespaldas así que deja de molestarme—lo aparto.

—Te he echo una pregunta—exige.

—Mira Alexxo—lo encaro—si crees que ese beso significó algo como para exigirme estás equivocado—le recrimino—no eres nadie para mí y no fue más que un error.

Su cara se descompone por un momento pero se aparta dejándome ir, odio tener que encararlo, es algo que no me gusta pero debo hacerlo.

Entro a la habitación y me lanzo en la cama sin más, mi mente está agotada de tantas emociones en un día.

Cierro los ojos y pienso en qué paso dar, quiero saber de mi pasado, y más que saber lo necesito, me ahogo en mis propias emociones que desconozco, y no quiero sentirme más como una extraña en mi propia vida.

El diablo en disfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora