Capítulo XLV

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Me acerco a su boca dándole un beso suave, pausado, uno de esos besos que se disfrutan, que se sienten a través de la piel.

Él me sube a su regazo y acaricia mi pelo profundizando el beso, baja a mi cuello mordiendo la piel erizada, y recorre mis muslos con sus manos.

Me dedico a hacer un camino de besos y moridas por su abdomen hasta bajar a la tela del bóxer, lo retiro con cuidado y subo para besarlo tocando su pelo negro.

Comienza a frotar nuestras zonas y me prendo en cuestión de segundos, él me mira a los ojos y se adentra en mí con lentitud, respiro hondo cuando me siento completa, juraría que nacimos para encajar el uno con el otro.

Los movimientos son lentos y pausados, nuestra respiración pide a gritos más velocidad pero Alexxo se dedica a mirarme mientras me contoneo encima de él.

Siento que me agarra por los glúteos cargándome, se levanta conmigo en brazos y me estampa con la pared haciendo fuerza para comenzar a subir y bajar.

—Joder—farfulla mirando el punto donde nuestra intimidad se une.

Echo la cabeza hacia atrás y dejo que aumente la velocidad, comenzamos a desesperarnos hasta que me vuelve a lanzar a la cama poniéndome de espaldas a él, se cierne sobre mí e impone una brusca estocada que me hace soltar un grito ahogado.

Ok, la sutileza no es su fuerte.

Comienza a dar embestidas que me hacen arquear la espalda, siento su respiración en mi oído y me susurra cosas que me prenden aún más.

Se aparta y me azota con fuerza, siento mi piel arder pero me gusta, me toma por la nuca y comienza a acelerar los movimientos, embriagada en placer dejo que me azote y me someta.

Me desespero y en un movimiento rápido caigo en la cama abriendo los pies, oportunidad que él aprovecha para adentrarse en mí mirando mis ojos, me coge por el cuello y comienza a embestir de manera salvaje.

Es tan típico en él, recuerdo todas las veces que me amenazó, me dedicó y me sometió agarrándome por el cuello.

Los movimientos se vuelven bruscos y cierro los ojos, él me aguanta por la mandíbula con fuerza.

—Mírame...—susurra con morbo.

El placer me consume y termino cerrando los ojos nuevamente.

—¡Mírame joder!—me grita.

Abro los ojos y me encuentro con ese azúl profundo, su respiración se acelera, mi espalda se arquea y terminamos en un orgasmo que nos arrasa.

Cae a mi lado y me abraza pegándome a él, nuestros pechos suben y bajan con violencia.

Con Adam todo era totalmente lo opuesto, era delicado, sutil, puro, con él es agresivo, arrasador , salvaje, y después de tanto tiempo me doy cuenta de que esto era lo que quería , o más bien, lo que necesitaba.

Me acomodo en la cama y respiro hondo, es hora de tratar algunos temas.

—¿Qué somos?—lo miro curiosa.

No hemos determinado ninguna palabra para definir nuestra relación, sin embargo tengo la necesidad de saberlo.

—Tú eres mía,eso es lo único que sé—se encoge de hombros.

—Ahora soy tu peluche—replico.

—Eres mi chica.

Mi corazón se emociona como una adolescente y brinco hacia él dándole un beso, él se acomoda y me rosa su erección, ruedo los ojos y me comienzo a reír.

El diablo en disfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora