Forty seven

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Durante las horas siguientes descubrieron varias granjas parcialmente destruidas. Muy pocos hombres lobo habían muerto, y no les habían quitado el pelaje a los que habían muerto defendiéndose en sus formas lobunas.

—Parece como si el viejo humano Jackson estuviera jugando con ellos. —comentó SeHun a su nuevo cuñado mientras cabalgaban reuniendo así energías por si debían pelear contra los humanos. A diferencia de los centinelas ellos no poseían tanta resistencia física para correr bajo sus patas y luego seguir listos para dar batalla soportando roces de armas de fuego y punzo cortantes, por lo menos no JunMyeon y Jimin, JunMyeon por ser omega y Jimin por ser un hibrido su fuerza de alfa no sería suficiente para soportar una carrera y una batalla con resistencia a las balas de los humanos sin que signifique eso un suicidio y SeHun si podría soportarlo pero no le serviría mucho para cuidar de JunMyeon. así que usar a los caballos era una forma muy astuta de caminar y guardar energías.

—En primer lugar, SeHun. Jackson no es un humano viejo. Al contrario, seguramente tenga tu edad. —dijo Jimin con expresión pensativa—. Y dudo que esté jugando. Más bien se está cerciorando de que el hombre lobo no se olvide de él, sin enfurecer a nadie hasta el punto de que clame venganza y lo persiga.

SeHun se encogió de hombros observándolo. Viniendo de un alfa hibrido que todavía no había cumplido los dieciocho años, aquellas sabias palabras parecían casi absurdas para SeHun, aunque debía de admitir que Jimin era un buen alfa que captaba los pequeños detalles.

—No lo sé, Jimin. Voy a sentirme muy vengativo si encuentro mi casa reducida a cenizas. —amenazo SeHun.

Pero antes de que pudieran viajar a la propiedad de SeHun tenían que enfrentarse a los Lee. A pesar de la felicidad que había encontrado con JunMyeon, SeHun temía enfrentarse con las personas que tan abiertamente le habían ofrecido su amistad para luego traicionarlo.

El sol se había ocultado tras los árboles y las sombras corrían por la tierra cuando la partida llegó a la granja de los Lee. El humo ascendía por encima de los árboles y el aire tenía un olor acre.

—Llegamos tarde. —dijo SeHun en voz alta—. Los humanos ya han pasado por aquí.

Los edificios habían ardido hasta los cimientos y los alfas que se adelantaron con los centinelas encendieron antorchas para buscar a los muertos.

JunMyeon enterró el rostro en el pecho de SeHun asustado y siendo calmado por las feromonas de su alfa.

—No deseaba su muerte —le dijo JunMyeon a SeHun—. De verdad.

—Lo sé conejito. —le acarició el pelo mientras hablaba—. Yo tampoco.

SeHun ni siquiera había deseado la muerte de Leeteuk, aunque lo había traicionado con Seulgi. Había sido cosa de dos, y el hecho de que Seulgi visitara a los Lee a menudo era una prueba irrefutable de que lo había engañado voluntariamente, aunque lo que no podía perdonarle era que sabiendo la culpabilidad de Irene decidiera apañarla y haber acusado y atormentado por todo este tiempo a JunMyeon.

SeHun cerró los puños y deseó poder ponerle las manos encima a su antiguo amigo. Pero cuando un par de centinelas sacó a Leeteuk a rastras de los árboles, SeHun se mantuvo sereno. No era el momento ni el lugar de sacar a relucir el pasado.

—Ha sido el humano que se hace llamar Jackson y su partida de guerra. —decía Leeteuk—. Prendieron fuego a la casa, espantaron a los animales, aplastaron la cosecha recién plantada. No pude hacer nada para detenerlos. —contempló las ascuas, que brillaban como ojos rojos en la noche.

—¿Qué ha sido de tus hijos? —preguntó SeHun.

—Los mandé al arroyo, a atender a tus animales. No estaban aquí cuando llegaron los humanos. —explico Leeteuk ajeno al odio que SeHun le tenía en estos momentos.

UN OMEGA INOCENTE-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora