Forty Three

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Jeongyeon asintió y se chupó el dedo herido.

—Entonces tienes que contamos exactamente cómo se cayó tu madre por las escaleras. —razono nuevamente Siwon.

Jeongyeon casi gritó de frustración, intensificada por el dolor en el dedo. Pero por la expresión de los rostros de los dos alfas, comprendió que si quería tener a JunMyeon otra vez a su lado tendría que contestar.

—El tío Leeteuk regresó a su habitación pero la tía Irene empezó a gritar «zorra... » y empujó a mamá escaleras abajo. Y cuando averigüe que lo he contado, me hará lo mismo. —jeongyeon perdió todo su valor y se echó a llorar.

Comprendiendo el sacrificio tan enorme que estaba haciendo la niña al darles aquella información para salvar a JunMyeon, el juez Siwon sentó a jeongyeon en su regazo y de nuevo le ofreció su pañuelo. Los sollozos de jeongyeon cesaron, pero el juez movió la cabeza y, lo mismo que habían hecho Chanyeol y SeHun, preguntó:

—¿Pero por qué no se lo has contado antes a alguien jeongyeon?

Jeongyeon se encogió de hombros.

—No sabía que era importante. Creía que todo el mundo sabía lo que había pasado. —respondió confundida y temerosa—. Yo lo sabía, y normalmente no soy la primera en enterarme de lo que pasa.

El juez Siwon se recostó en su asiento y observó a la niña.

—¿Y eso por qué? — preguntó Siwon.

—Supongo que porque no es asunto mío. —contestó con franqueza, y el juez rio con ganas.

—Bueno, ojalá lo hubiera sabido antes. —replicó el juez Siwon—, pero no es culpa tuya que no lo hiciera. Me alegro de que me lo hayas contado.

Jeongyeon retorció el lazo de su toca con el dedo.

—¿Podemos recuperar a JunMyeon ahora para que podamos volver a casa? —preguntó la niña.

El juez Siwon estuvo a punto de darle una respuesta afirmativa, pero comprendió hasta qué punto habían cambiado las circunstancias.

—Me ocuparé de que liberen a JunMyeon, pero me temo que depende de ti y de tu padre el convencerlo para que regrese a casa con vosotros, porque ahora Kim JunMyeon es un omega libre.

Se oyó un golpe junto a la ventana de la fachada. Chanyeol se acercó a tiempo de ver el extremo de una falda que desaparecía por la esquina de la casa.

—Me temo que alguien nos estaba escuchando. —declaró el juez—. La noticia se sabrá en toda la ciudad antes de la comida. Será mejor que vaya al fuerte y ordene que suelten a JunMyeon antes de que alguien lo haga en mi lugar.

A decir verdad, el juez Siwon no tenía prisa en soltar a JunMyeon porque, después de declararlo inocente, tendría que acusar a Irene. Los casos de omegas criminales causaban problemas y vergüenza. Ojalá todos los miembros omegas del clan supieran comportarse. Así él, y el mundo en general, respirarían tranquilos.

Apenas había abierto la puerta del salón cuando su anfitrión omega lo saludó.

—¿No les gustaría quedarse a desayunar? —les ofreció con melosa cortesía—. Estoy seguro de que deben de estar muertos de hambre. —la invitación abarcaba a Chanyeol y a la niña, porque había conseguido oír parte de la conversación y estaba segura de poder extraer más detalles con una comida abundante sobre la mesa.

El juez sonrió, aceptando en nombre de jeongyeon y Chanyeol.

—A un alfa le sienta bien empezar el día con el estómago lleno. —dijo con sentimiento—. Y a una niña también. No aceptaremos un no por respuesta, ¿verdad, señor?

Y su anfitrión sonrió con satisfacción.

Aunque Chanyeol sabía que debía ir tras SeHun, el olor a comida nubló su criterio. En cuestión de minutos, se había convencido de que era su anfitrión lo que había estado escuchando desde el porche, porque sus preguntas eran demasiado evidentes para que no hubiera oído parte de la conversación. Sin embargo, Chanyeol no habría estado tan seguro de su deducción si hubiese visto a Irene, con el sombrero medio caído, alejándose por la calle como alma que lleva el diablo.

**************

De haber tenido tiempo, Irene habría ido a buscar al alfa líder a la frontera norte y le habría exigido que lincharan a JunMyeon.

De haber tenido tiempo, Irene habría esperado en la casa del concejal hasta que Chanyeol saliera con la pequeña jeongyeon, le habría arrebatado la niña y se la habría llevado con ella a casa, dijera el juez lo que dijera.

Pero Irene ya no tenía tiempo. Se le había agotado.

Sólo la suerte la había enviado a casa del concejal a una hora tan temprana. De no haber estado allí, no habría escuchado aquel complot para echarle la culpa a ella de la muerte de Seulgi.

Bueno, ya se ocuparía de aquella pequeña historia. En cuanto regresara a casa y se lo contara a Leeteuk, él se aseguraría que no le hicieran daño. Después de todo, Leeteuk era su alfa y el padre de sus hijos. Había jurado protegerla, aunque no siempre aprobara las cosas que hacía. Además, este problema nació por su culpa, por no haber podido mantener las manos alejadas de la estúpida de Seulgi que se le había por los ojos.

Irene atravesó el jardín de la pensión de la señora Timmons y ordenó al chico del establo que enganchara su buey al carromato. Luego subió a su habitación, metió su ropa en la cesta de viaje y salió pitando por la puerta. Con las prisas estuvo a punto de chocar con la viuda de, Timmons.

—Pensaba que se iba a quedar mucho más tiempo señora Irene. —dijo la señora Timmons mientras seguía a su huésped escaleras abajo.

—Las cosas han cambiado. Al parecer, el juez Siwon ha perdido la cabeza y va a liberar a ese omega JunMyeon. —Irene alzó la cesta para meterla en el carromato y se encaramó al pescante—. No pienso quedarme en una ciudad tomada por asesinos. Uno no estaría a salvo ni en su propia cama.

—¡Pero ha pagado por toda una semana! —protestó la señora Timmons.

—Quédese con el dinero. Prefiero seguir viva que darme aquí un minuto más. —Irene chasqueó el látigo sobre el lomo del buey y partió al instante. 

*********

Irene tiene un punto, todo es casi culpa de Leeteuk por serle infiel a Irene.  Irene reacciono presa la furia obvio nada justifica que aya matado a Seulgi y mucho menos que aya culpado a JunMyeon, pero Leeteuk apaño todo y nunca hablo o confeso la verdad aparte de que fue él la causa de todo se volvio complice. 

UN OMEGA INOCENTE-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora