La vida en la casa de los Oh pronto se instaló en una cómoda rutina. SeHun no era un alfa rencoroso y, aunque hasta cierto punto rechazaba la presencia del joven omega, no podía negar que su buena disposición para el trabajo le hacía la vida mucho más fácil. A menudo se preguntaba qué estaría pensando cuando lo sorprendía mirándolo con sus grandes ojos castaños. SeHun no creía necesario enrarecer aún más su relación con JunMyeon, así que no le hizo más preguntas sobre su participación en la muerte de Seulgi.
JunMyeon no tardó mucho en descubrir que la pequeña habitación al fondo de la casa era la más frecuentada. Al parecer, la puerta principal sólo se había utilizado en ocasiones especiales.
Le asustaba adentrarse en las sombras húmedas del salón para dormir a pesar de que contaba con la mejor cama de plumas de la casa.
Permanecía echado rígidamente sobre la cama de ruedas y se sobresaltaba con cada crujido o chasquido de la casa, sumido en la oscuridad. No se atrevía a revelar su nerviosismo, porque SeHun pensaría sin duda que los miedos se debían al remordimiento por la muerte de Seulgi, en lugar de a su miedo perpetuo de estar solo por la noche. Un miedo que no había podido superar desde su niñez.
Lo único que lo asustaba aún más eran las tormentas. Su mayor pesadilla se hizo realidad antes de que terminara la semana.
El viento ya estaba gimiendo entre las ramas de los árboles cuando atravesó corriendo el pequeño pasaje abovedado y cerró la puerta. La habitación era sólida, así que se taparía los oídos, metería la cabeza debajo de las mantas y se quedaría dormido.
JunMyeon tiró de las mantas, pero el viento ululaba, y, como no conseguía amedrentar a las criaturas cambia-formas que se habían atrevido a construir una casa en sus dominios, la azotó con más fuerza
Pese a todas sus promesas, JunMyeon permaneció con los ojos abiertos de par en par y los puños cerrados sobre el colchón de plumas. El viento y la lluvia arreciaban. Las ramas de los árboles cedían y crujían bajo su furia. En el punto álgido de la tormenta, JunMyeon oyó el sonido.
El gemido resonó por la habitación. Primero una nota, luego dos, y finalmente todo un acorde vibrando con placer fantasmagórico al son de la tormenta.
JunMyeon saltó de la cama. Permaneció de pie en el centro de la habitación mientras los relámpagos iluminaban la noche con un resplandor sobrenatural. El sonido se debilitó mientras JunMyeon retrocedía hacia la puerta con la mirada fija en la zona donde estaba el órgano.
De nuevo sonaron las notas, aumentando en intensidad hasta amortiguar los gemidos del viento. Al alcanzar su máxima intensidad, JunMyeon lanzó un grito y se precipitó a la noche.
En muchas ocasiones había oído a los Humanos hablar de los espíritus de los muertos que no encontraban paz y caminaban por la tierra durante las tormentas. Y aunque sabía que no era culpable de la muerte de Seulgi se había-visto obligado por los vivos a asumir la culpa y no quería pensar qué castigo podían concebir los muertos.
La lluvia la azotaba con fiereza cuando se arrojó sobre la puerta que daba a la habitación en la que dormía SeHun. Sus dedos resbalaron sobre el pestillo mojado. Golpeó la madera.
—¡SeHun! ¡SeHun! Déjame pasar —gritó JunMyeon asustado mientras su lobo aullaba de temor en su interior amenazando con salir. Zarandeó el pestillo inservible mientras aullaba y martilleaba la puerta, consciente de que el órgano seguía tocando su fantasmagórica melodía.
—¿Qué diablos está pasando aquí? — gruño SeHun al ser despertado por los extraños ruidos que hacia JunMyeon en su puerta.
La puerta se abrió de golpe y JunMyeon cayó en los brazos de SeHun. El lobo de JunMyeon se calmó y sintió el calor suave de su piel bajo sus puños y enterró el rostro contra el pecho de SeHun para intentar huir del sonido que lo perseguía. JunMyeon notó la leve presión de sus dedos sobre su cabeza, acariciando su pelo como si fuera un niño asustado. Descansó la otra mano sobre su espalda, con firmeza, sujetándola contra él mientras JunMyeon se deleitaba con el calor y seguridad que conocía cuando SeHun lo abrazaba y le dejaba aspirar su olor de alfa. El vello del pecho de SeHun le rozó la mejilla, pero JunMyeon se acurrucó aún más contra él en un intento desesperado por bloquear el terror de la noche. Sus sollozos remitieron y trató de dominar sus miedos infantiles, pero su lobo se negaba a hacerlo y dejar el cálido lugar que ofrecían los brazos de SeHun. Anhelaba quedarse con él como en la noche que habían pasado debajo del carromato, pero se contentaría con dormir junto a la chimenea de la cocina si SeHun se hallaba cerca para protegerlo de los temibles sonidos de la noche.
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UN OMEGA INOCENTE-SEHO
Manusia SerigalaKim junmyeon tiene la desdicha de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, al ser un omega nuevo en el pueblo de los lobos Goyan es acusado y sentenciado por la muerte de Kang Seulgi, una omega madre de una hermosa niña de 8 años y es...