Thirty Nine

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—Ya lo han oído. —dijo Chanyeol cuando SeHun y Jimin entraron en la estancia.

—Lo ha dicho en serio, ¿verdad? —SeHun casi se quedó sin voz. Había confiado en que el juez Siwon atendiera a razones, pero no había esperanzas de que eso ocurriera. Las posibilidades que tenían de conseguir que Irene cambiara su historia eran casi inexistentes.

—Sí. —les dijo Chanyeol—. Creo que será mejor que hagamos planes para sacar a JunMyeon de aquí antes de que tenga lugar la vista.

—Puedo llevármelo esta misma noche. —se ofreció Jimin—. Corren rumores de que Jackson y sus guerreros están saqueando otra vez, así que, si mis amigos causan revuelo, la culpa se la echarán a él.

—Te acompañaré. —dijo SeHun—. Podremos estar fuera de toda jurisdicción antes de que acabe la semana.

—¿Y qué pasa con jeongyeon? —Chanyeol mencionó a la niña, que preguntaba por su padre y por JunMyeon cada día, si no cada hora.

—Volveremos por ella. —prometió SeHun.

—Si vuelves te colgarán. En cuanto la gente sepa que JunMyeon y tú se han desaparecido, ante los ojos de la ley, serás tan culpable como JunMyeon SeHun. —Chanyeol le puso la mano en el hombro y lo miró a los ojos—. Si te vas, no podrás volver.

—Pero tengo que salvar a JunMyeon, es mi omega. —SeHun intentó aclarar sus pensamientos y comprender lo que su amigo intentaba decirle, pero en lo único que podía pensar era en que JunMyeon corría peligro y debía salvarlo.

—No vas a salvar a JunMyeon a cambio de que te maten, sería lo mismo que dejar que colgaran a mi hermano porque no tardaría en morir sin ti. —le dijo Jimin—. Déjame que yo me lo lleve SeHun. Nadie sospechará de mí. Nadie sabe que existo. Recibirás noticias mías en cuanto JunMyeon esté a salvo. —su mirada era serena y su voz firme a pesar de su juventud—. Después de todo, por eso viniste a buscarme, ¿no? Para que me llevara a JunMyeon lejos de aquí.

—Es cierto. —reconoció SeHun apretando los dientes—. Pero no quería dejar a JunMyeon sin verlo antes, sin abrazarlo y aplacar sus miedos.

Oyeron ruidos en la escalera y al momento siguiente, jeongyeon, vestida con un camisón largo de franela y una gorra de encaje, entró corriendo en la habitación.

—¡Papá! —gritó al tiempo que se arrojaba a su regazo—. Sabía que te había oído, pero al principio pensé que era un sueño hasta que te oí otra vez y supe que estabas aquí.

SeHun rió y besó a su hija.

—Tienes las orejas de una raposa. —le dijo con cariño a su hija.

Jeongyeon se puso las manos a ambos lados de la cabeza.

—Oigo muy bien, pero mis orejas no tienen pelo. —dijo jeongyeon con gravedad, y los alfas rieron.

Las carcajadas hicieron que jeongyeon se fijara en Jimin y lo mirara especulativamente.

—Hola. —dijo finalmente—. Soy Oh jeongyeon. —y le extendió su pequeña mano.

—Yo me llamo Jimin. —respondió el alfa aceptándole la mano y se inclinó sobre ella.

Jeongyeon apreció la diferencia en el color de su piel cuando su mano blanca se posó sobre la tez de Jimin y algo en él parecía gustarle, aunque era muy pequeña para descifrar que.

—¿Eres un humano? —preguntó la niña.

SeHun, avergonzado, habría silenciado a la niña, pero Jimin movió la cabeza débilmente.

—En parte. —repuso Jimin sonriendo por la calidez de la niña—. Mi madre era una humana. Mi padre era un alfa, como el tuyo.

La niña suspiró profundamente.

UN OMEGA INOCENTE-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora