Eleven

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Irene paseó la mirada por la estancia con desdén. Jeongyeon ya tenía puesto el camisón, con un sencillo gorro de dormir de algodón sobre la cabeza. La pequeña dio un beso de buenas noches a su padre y desapareció detrás de la cortina, donde JunMyeon lo esperaba para remeterle las sábanas. Era evidente que no iban a alterar los hábitos nocturnos.

—Supongo que Leeteuk y yo tendremos que dormir en el granero. —declaró Irene despectivamente—. Desde luego no pienso pasar la noche en la misma habitación con un asesino.

Leeteuk le frunció el ceño en respuesta, pero no hizo ademán de silenciar a su esposa. SeHun, en cambio, en deferencia al hecho de que su hija estaba en la misma habitación, se cercioró de que sus invitados conocieran las normas de la casa.

—No consiento que hables así en mi casa, Irene. —la advirtió SeHun usando su tono de alfa—. En cuanto a dónde vas a dormir, creo que estarás cómoda en el salón. Hay una cama baja con ruedas. JunMyeon la preparará enseguida.

SeHun miró a JunMyeon y este salió al pasaje, contento de poner la mayor distancia posible entre Irene y el mismo.

JunMyeon vaciló antes de abrir la puerta del salón. No había entrado en la habitación de noche desde la madrugada en que había salido corriendo bruscamente en su intento por escapar del sonido sobrenatural del órgano. Un sonido que lo había arrojado a los brazos de SeHun, a su abrazo maravilloso... y peligroso "basta" se regañó a si mismo JunMyeon por andar pesando en esas cosas.

Aunque aquella noche no se oía ningún sonido proveniente del órgano.

JunMyeon sacó las sábanas de la cómoda y preparó las camas en tiempo récord. Una sola nota del órgano y no habría poder en la tierra que lo obligara a regresar. Con un suspiro de alivio concluyó su tarea y regresó a la parte principal de la casa.

La lluvia estaba arreciando. JunMyeon se apresuró a entrar en la casa justo cuando Irene se asomaba por la puerta. Era evidente que incluso la idea de recorrer el pasaje cubierto le desagradaba. Irene dio un paso atrás, al parecer esperando que JunMyeon se moviera. Finalmente, no pudo contenerse más.

—¿No vas a ir a dormir al granero? —preguntó Irene con desdén a JunMyeon.

—JunMyeon duerme con jeongyeon. —gruño SeHun ya había tenido bastante. Estaba agotado, tener que controlar a su lobo para que no saltase sobre el cuello de Irene. Discutir con esta misma que intentaba minar los progresos que JunMyeon y él habían hecho en su convivencia, lo dejó sin fuerzas, ansiaba poder acabar ya para descansar o esta situación acabaría en una tragedia y nada haría más feliz a Irene que ver a JunMyeon desgraciada.

—¿Y por qué no lo has hecho dormir en el salón SeHun? —preguntó Irene, decidida a tener la última palabra.

—JunMyeon no podía dormir allí. —dijo SeHun buscando la calma—. Se ponía nervioso.

Irene bufó ignorando el tono peligroso que estaba manejando SeHun, Irene era una omega que había logrado doblegar el poder de su esposo alfa y por ello se sentía capaz de retar a los demás, más ahora que su esposo estaba al lado, cualquier ataque haría que Leeteuk quisiese o no la defendiese y una pelea entre alfas solo acabaría con uno de ellos muerto. Su matrimonio con Leeteuk como los muchos otros solo fueron por formalismos, no compartían el mito de la pareja destinada, así que le daba igual si moría o no.

—Bueno, no me extraña. Si Seulgi estuviera en algún lugar de la tierra, sería en esa habitación. Todas sus pertenencias están allí —dijo Irene con altanería—. Me sorprende que la pobre Seulgi no regrese para perseguir al omega que la mató.

Irene se sintió complacida al ver que JunMyeon empalidecía notablemente y como las manos le temblaban mientras terminaba de guardar los platos.

Sin otra palabra más, Irene salió por la puerta y siguió a su marido por el pasaje.

UN OMEGA INOCENTE-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora