Capítulo 13

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Punto de vista de Alejandra.

Me había encontrado mal muchas más veces estos últimos días, pero trataba de que no se me notara, aunque Carla sí que me lo notaba.

Ahora estaba con Ferran colocando las botellas en la ciudad deportiva, porque básicamente que Carla estaba con las dos niñas, era impresionante la cantidad de espacio que tienen estas dos en los pulmones, a pesar de la cantidad de comida que se meten en el cuerpo estas personas.

Me sentía mejor que nunca con Marcos, ya comprendí que debía dejar de dramatizar todo, entenderlo, apoyarle y decirle que en el mundial todo va a salir genial, y cada día me doy cuenta que no necesito a nadie más en mi vida, la confirmación de eso ya sucede en la habitación cuando cierro el seguro tras haber entrado cada noche, me abrazaba y me apretujaba contra él para hacerme sentir segura, había comprendido que me quería tanto como yo a él y que algo así no es fácil de olvidar.

— si Hubiese dicho que no a este trabajo, ahora no repondría las botellas de veintitrés tíos sudorosos. — le digo a Ferran empujando el carro de las botellas.

—No te hubieras casado con Marcos y no hubieses tenido a Daniela, ni seríamos amigos. — me dice haciendo una mueca.

—No teneros en mi vida casi que lo agradecería, además así podría ir a comer una hamburguesa más a menudo que estoy harta de tantas hojas.

—El estar mamadísimo es difícil.

—Bah, tampoco.

— has recorrido el cuerpo de Marcos cinco mil setecientas veces deberías de saber que es una joyita difícil de mantener.

— y tú me explicas, a qué viene eso. — le digo frunciendo los hombros.

— No, era un ejemplo. — me dice poniéndose a mi lado.

— búscate otros.

Recolocamos toda la comida y botellas, tenemos que vivir de algo. Y fuimos hasta el pasillo donde nos esperaba César para volver al  hotel, metíamos las cosas en el maletero del coche, que nos habían prestado, y volvió a darme otro mareo que causó que tirara las bolsas al suelo y me apoyara en el coche.

— Ale. —Ferran preocupado me toma del brazo y yo trato de respirar, pero la presión en la cabeza me estaba matando, mis ojos querían cerrarse pero debía mantenerlos abiertos. — Ale, reacciona por favor. — finalmente las ganas de que mis ojos se cerraran ganaron y no supe más de mí.

(...)

Me desperté con dificultad y con la cabeza que me iba a explotar del dolor, a mi lado observé a un hombre con una bata blanca y apuntando algo en una libreta mientras observaba que la vía que tenía y todo estaba en orden.

— Hola Alejandra, ¿cómo te encuentras? — me pregunta sonriendo y observándome.

— Me va a explotar la cabeza, pero estoy bien. — le digo. — ¿Qué me pasó?

— Pues sufriste una bajada de tensión y te desmayaste. — me dice. — Tus amigos ya me contaron que con frecuencia te venía sucediendo.

— Sí, pero nunca me había desmayado. — le cuento.

— Bien, esto tiene fácil solución, descansar, buena alimentación y reposo, aún eres muy joven para esto. — me ordena. — y tienes que recordar que ahora no eres solo tú. Se trata de tu hija, hay que hacerle pruebas también.

—¿Perdón? — frunzo el ceño. — ¿Qué quiere decir con eso doctor? — le pregunto.

—tienes una enfermedad hereditaria renal, y puede ser que tu hija también. — parpadeo un par de veces antes de volver en sí.

— no, pero oiga esto no puede ser. — le digo en shock aún por la noticia y a la vez lágrimas brotaban de mis ojos.

— Si, eres joven y tu hija también, pero como ya te dije esto es hereditario. Tranquila no va a sucederte nada malo, si te cuidas, si pasas de ello la cosa puede empeorar y para tu pequeña también. — me explica y yo me seco las lágrimas. — voy a ponerte otro calmante para ese dolor de cabeza y que puedas descansar, con eso te podrás marchar al hotel mañana mismo.

— Oiga. — le paro antes de que salga de la habitación. — Por favor no le cuente a nadie, quiero hacerlo yo misma. — digo sin mirarle. — solo diga que fue una bajada de tensión pero no cuente nada de la enfermedad, sobre todo a mi marido, por favor se lo suplico.

— Está bien. Pero debe decírselo, es su hija también y está muy preocupado. — me dice y finalmente salgo de la consulta. ¿Una enfermedad? Es de locos, si aún no tengo ni Los veinticinco, Y puede ser que Daniela también, tan mala madre soy que he dejado esto a mi hija, me mataba, cómo mierda dejé que esto me sucediera, hereditario, hasta donde sé no hay nadie de mi familia así.

La puerta se abre dejando ver a Marcos vestido con el uniforme de la selección, cierra la puerta cuando entra y se sienta en la silla que está a mi lado y me toma la mano.

— Menudo susto nos diste eh pequeña, otra vez. — me sonríe y yo le miro con lágrimas en los ojos. —¿Qué te ocurre?

— Eh... no, nada, solo que los hospitales me agobian un poco. — me seco las lágrimas con la mano libre que me quedaba.

— Bueno tranquila mi niña, que el doctor nos dijo que mañana mismo podrías volver a la concentración. No te preocupes por Daniela que está con Luis Enrique. — frota mi mano y después la besa. — ¿de verdad que no te ocurre nada más? — niego con la cabeza.

— solo abrázame por favor. — él asiente y me abraza, era lo que justo necesitaba en este momento un abrazo de él para que me dijera que todo iba a estar bien, aunque él ni se imaginaba lo que sucedía. Me miró a los ojos y después me besó, era la primera vez que besaba con esa preocupación, pero esto me hizo sentir bien.

— siento interrumpiros. — dice Carla en la puerta sonriéndonos y haciendo que nos separemos. —Marquitos, es mi turno. — Marcos me da un último beso y después sale sonriendo. Carla se acerca a mí y la miro con mis ojos cristalizados. — ¿qué te ocurre? — me abraza y yo sollozo en su hombro, Carla para mí lo era todo, no solo una mejor amiga sino una hermana, sabría que todo en mi vida podría solucionarse si Carla estaba ahí para ayudarme.

—¿cuanto tiempo hace que me vienen dando mareos? — le pregunto separándome de ella y secándome las lagrimas.

— pues como una  semana y media algo así. — me dice. — ¿Por qué? ¿Qué pasa? Alejandra, me estás asustando.

— Carla estoy enferma. — le digo y ella abre los ojos como platos. — y lo más probable es que Daniela también.

— Joder eso significa que...

— es hereditario. — la miro fijamente y sorbo la nariz.

— Mierda. — me mira aún alucinando. — ¿Él lo sabe?

— No. — niego con la cabeza. — Carla, Marcos no se puede enterar que estoy enferma y menos que Daniela también puede estarlo. No quiero preocuparle en el mundial. Esto va a ser nuestro secreto, tal vez por ahora. Marcos se tiene que centrar en el mundial. De mi hija y de mi, me encargo yo.

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Holaaaa.
No quiero asustaros, pero empieza un poco el drama. 😩

15 votos y doy el siguiente. 💘

ONSIDE -Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora