Le sourire

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Muchos dicen que la luna te puede llegar a decir tantas cosas,

pero ¿Qué dice?

Hay tantas cosas que dicen tantas cosas

y así infinitamente,

hablan sin hablar.

En realidad no producen sonido alguno...

Pero nosotros sí.

He escuchado lo que creo que la luna me diría...

Pero, ¿A la luna le importa realmente lo que me pase cómo para aconsejarme?

Lo dudo y no me lo creo.

Y no puedo dejar de pensar en que es imposible que la luna hable,

o que las estrellas lo hagan.

Y yo las hago hablar,

pero solo soy yo hablando conmigo mismo para no estar solo.

Pero sigo estando solo.

Y mi voz se oye distante aún en mi mente.

¿La estaré perdiendo acaso?

Perder una voz ajena es fácil,

solo te tapas los oídos...

Y ya.

No pasa nada.

Pero dejar de escucharte a ti mismo.

Es una cosa muy diferente y aterradora.

Me di cuenta que yo no me escuchaba a mí mismo. Y no escucharte a ti mismo es como no oír en lo absoluto.

Alguien me habla. Me dice con cariño que todo saldrá bien, que está bien. Que yo puedo con todo.

Pero luego esa persona se va, no para siempre, solo se va a otro lugar por unos días u horas.

Me quedo solo. Conmigo mismo.

Pero yo soy dos personas. Todos somos dos o más personas, creo.

Y cuando vienen las distorsiones trato de traer de vuelta las voces buenas, que me hablaron en primer lugar. Pero no se oyen las voces de los que dijeron aquellas palabras, sino solo sus oraciones con mi voz. Pero ya no las oigo.

Las opaca algo que yo no conozco, o que sí conozco pero que no sé controlar.

Entonces me siento vacío y lleno de cosas que me oxidan.

Me vuelvo tieso y sin vida por unos momentos muy largos que no podría definir en tiempos traducibles.

Me pierdo. No estoy. Y dejo de creer que estuve y que debería borrar cada rastro de mi existencia.

Ya no sirvo, ya no funcionó, ya no hay nada que hacer.

Pues si vienen luchas futuras no puedo ganarlas porque empecé a perder desde hace mucho y ya no sé ganar en ningún sentido.

No hay armas. Ni escudos. Ni piernas para correr. Ni brazos dotados de fuerza para escalar. Ni voz con la que gritar por auxilio. Ni nada.

Me vacío en vomitos consecutivos e interminables. Hasta que desahogo mi sangre por los brazos y las piernas. Hasta que esta se torna negra y dura y ya no brota.

Entonces me levanto. Dejo de inexistir y limpio mis lágrimas y mis heridas.

Y sonrío.

Y camino

Y salgo de la habitación.

Y ya estoy bien... Hasta que vuelvan las voces mudas de mi mente.

Y supongo, que ya no estaré bien.

Hasta que bueno, algún día, esas voces serán suficientemente elocuentes como para que yo las obedezca completamente y

Deje de vivir.

Pero mientras, yo solo sonrío. Y todo está "bien".

Filamentos estelares -poemario-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora