Mi nombre es Soledad.
Me oculto bajo el manto del silencio,
hay ecos que son imperceptibles, yo producía ecos cuando me caía.
Nadie oye los ecos mudos que están en las sombras,
cuando tropiezas con cosas en la oscuridad
y te duelen los músculos que en realidad no tienes,
pero puedes existir sin existir realmente, ¿no?
Mi nombre es Confusión. Naci sin saberlo,
y no sé cómo morir.
¿Qué es la vida?
¿Hay muerte?
¿Estoy muerto o vivo muy mal?
Mi existencia es infinita y efímera,
pues los términos me son ajenos a toda lógica,
¿cómo defines algo sin definición?
¿Seré infinito?
Pero no puedo,
soy apenas el susurro del batir de unas diminutas alas
en un diminuto planeta
en una diminuta galaxia,
en lo que es un inefable cosmos
que no tiene fin
ni forma
ni nombre
ni alma.
¿Cómo elimino la confusión cuando soy Confusión?
Mi nombre es Llanto.
Mi vida llegó en un momento extraño,
no avisé, tampoco me llamaron, y aquí estoy,
apareciendo cuando lo veo oportuno, aunque todos me odien.
Me sienten como el yunque en el pecho,
pesando más que un Agujero Negro,
hecho de Cosas Malas y Cosas Buenas,
jamás me definí, escindido estoy,
perteneciendo a ambos lados del balance estacionario de las emociones.
No sé mi nombre.
Pero convivo con Soledad, Confusión y Llanto,
ellos son mis inquilinos, habitan en mí sin pagar renta,
inclusive, me cobran a mí.
Taladran mi éter con cosas malévolas,
entes imaginarios, demonios suspirantes.
¿Cómo parar algo irrefrenable?
¿Puedo lograr despejar la ecuación inexorablemente imposible?
¿Acaso es posible ocultar por siempre las lágrimas impertinentes?
No lo creo.
Hay alguien más, no me ha dicho su nombre de pila,
pero se hace llamar Señora D.,
ella es agradable, o eso creo, me hace sentir alejado,
y alejarme es relajante.
¿Qué se siente el infinito acortado por los pensamientos impuros?
Ella evoca extrañas peticiones a mi oído,
presuntos deseos agradables
que harán que mis inquilinos indeseables se vayan.
Aunque tal vez sea una mala influencia,
no puedo evitarlo, es lo único que ayuda.
Las balas de plata no solo aniquilan a los hombres lobo.
La sangre se ve como oro liquido.
El cuerpo está entumecido.
Hay frío... Las hojas de acero suenan como almas muertas al caer...
¿Así se siente dejar de existir?
Tengo miedo.
Me duelen las muñecas.
Cierro los ojos por última vez.
Dejo de estar acompañando a la nada.
Ya no pienso ni me confundo.
Mi última lágrima.
¿Es esto...?
En los últimos segundos sentí como me caía hacía arriba.
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Filamentos estelares -poemario-
PoesiaSígueme en ésta travesía por el cosmos emocional, la mente de una persona que lidia con la inestabilidad de su propia psique. Vagando en el etéreo vaivén de los sentimientos humanos; ya sabemos que cada uno de nosotros es un universo propio, brilla...