Tornados y estrellas

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Una de tantas noches me fui del mundo,

aflotar entre Saturno y Júpiter.

Contemplé lo que desconocía,

la inmensidad que yo jamás entendería.

Trataba muchas veces de consolarme diciendo que las estrellas y los planetas están hechos para escribir poesía sobre ellos,

no para saber cómo funcionan

o de qué están hechos;

pero también me habría gustado saber.

Sin embargo, no todos estamos hechos para entender el mundo.

Algunos, simplemente, estamos aquí para maravillarnos con él.

Las estrellas muchas veces me vieron llorar.

La luna de vez en cuando me oía gritar en voz baja,

no me consolaba porque bueno...

Es una roca resplandeciente, no un psicólogo.

Pero se sintió más ligero despejar mi mente con los celestiales,

como las nubes trémulas que tapan la luna pero que luego la descubren.

Nadie podría dar respuestas a los entes que rondan mi cabeza,

ese remolino que arrasa con todo lo que encuentra a su paso, luego yo debo ir detrás recogiendo el desastre que ha causado.

Supongo que en algún momento mis alarmas de tormenta se desactivaron

y solo me quedó lidiar con la catástrofe que dejaban a su paso estos tornados.

Si los tornados de la vida real llevan vientos que desencajan árboles de raíz,

he de suponer que los míos son compuestos de pensamientos negativos

que arrastran filosos recuerdos

o imaginaciones mordaces;

entonces destruyen las pocas casas en donde mi felicidad y paz  viven tranquilamente.

En segundos lo que era un día fresco y soleado,

con nubes blancas y pequeñas surcando el cielo;

pasa a ser un vendaval repleto de tornados

y truenos

y rayos y

relámpagos.

Y allí me encuentras, siguiendo el rastro de destrucción,

levantando lentamente las cosas que quedaron destrozadas para (intentar) reparar mis casitas.

Pero todo pasa en mi mente...

Y nadie puede ver el esfuerzo inmenso que hago,

volviendo a poner todo en su lugar.

Únicamente la luna y las estrellas conocen mi dolor,

mi tristeza y miedos sempiternos;

seguidas esas emociones, claro está,

de destellos fugaces de felicidad y  paz verdaderamente puros.

Pero, la gran cantidad de mis segundos son arrebatados por esos perniciosos tornados,

me temo.

Filamentos estelares -poemario-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora