Las estrellas brillan mejor en sus ojos

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Bailando sólo, en la oscuridad,

descubro que otro cuerpo junto a mi irradia la luz de una estrella naciente.

Me veo entonces, sin soledad al menos;

pero sin entender cómo funciona aquella luz prístina,

¿debo saber cómo es su funcionamiento?

Tal vez no.

Y la luz nos envuelve.

Entonces, ¡oh eureka!

Yo también brillo,

pero no sabía que brillaba porque yo tenía los ojos fuertemente cerrados,

pero no lo sabía.

Y el éter nos absorbe, pero yo debo esconder mi luz, mi alma,

es algo privado después de todo.

Ella se mueve como un cometa eterno,

caliente siendo fría.

Y me mira, y debo haber sonreído porque ella sonríe a su vez.

Me hago nada y vuelvo a nacer,

soy todo.

En el sonido aquel escucho la esencia de la alegría,

¡Aleluya! Exclamo para mis adentros,

pues es inseguro demostrar lo que sientes;

lo sé porque me ha pasado anteriormente,

con luces menos brillantes que me hicieron heridas profundas,

y ahora tengo marcas por doquier.

Pero ahora brillo, resplandezco y no me importa si recibo daño.

Entonces grito: "¡ALELUYA!"

Y ella me sonríe y grita lo mismo.

Al tomarme la mano yo me siento volar entre nebulosas,

observando los astros titánicos danzando su eterno vals.

Nuestra centelleante esencia es una sola;

que se mezcla y deja al descubierto nuestros miedos,

pero los protegemos mutuamente.

La música es su risa y la mía,

ondulando en el cosmos como la rapsodia más perfecta.

El pugnante amor nos domina,

y nos maneja con sus hilos invisibles,

entonces ya no somos conscientes de nosotros mismos.

Y al oírla, tocarla, tenerla a mi lado, al besarla;

descubro que todo lo demás no importa.

Solo importa tomar su mano,

para luego ver las estrellas

través de sus ojos.

Filamentos estelares -poemario-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora