La Verdad

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La verdad se cierne,

lenta y sigilosamente,

sobre mí.

Se esconde.

Volteo y desaparece,

¿o tal vez se camufla entre las tinieblas?

Pero la oigo arrastrarse,

rasgando el suelo con sus pasos,

pues está hecha de espinas ponzoñosas y letales.

Manchadas de sangre seca.

Huele a hollín.

Y volteo y no la veo, la mayoría de las veces.

La siento detrás, tomando rapidez

y disminuyendo su lejanía conmigo,

pisando mis talones.

A veces me hace caer.

Pero no la consigo distinguir al mirar sobre mí.

Es escurridiza.

Murmulla cosas, indecente, pero estando lejos no logro entender lo que dice.

Y es una ventaja, pero sé que me alcanzará.

Cuando lo hace, cuando por fin posa sus garras,

sus manoplas sucias sobre mí,

es cuando me grita, libera su vozarrón terrible,

su augurio antiguo y verdadero.

Su alma maligna llena de cuchillos oxidados.

Y me corta, la Verdad, me mata.

Me dice lo que yo ya sabía pero que negaba.

Grita lo que yo luchaba por mantener oculto de mis oídos.

Me restriega en la cara lo que intentaba poner bajo el tapete de la sala,

y me entra en los ojos y me arde y quema.

Me obliga a comer con grandes bocados la amarga realidad

de lo que yo forcejeaba por convertir en algodón de azúcar.

Y mi sangre brota por mis venas abiertas.

Mis lágrimas se hacen ácido

que me deja un surco en las mejillas.

Mis uñas se vuelven garras

que tratan con fuerza de arrancar mis ojos de sus cuencas,

con tal de no ver.

Quiero tapar mis oídos pero el ruido es tan fuerte

que los tímpanos se me rompen con el envite de las ondas de la realidad.

Y la Verdad tiene lo que quiere,

lo que ama,

su objetivo íntimo;

hacerme sufrir.

Filamentos estelares -poemario-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora