Debiste decirme que las luces estaban quedando sin oxígeno,
señorita de ojos como ambarina,
y que las lámparas ya no tenían aceite.
Pero callaste y me vendaste los ojos,
mordazas invisibles cubrieron tus hermosos labios,
caí extasiado de las míticas palabras que liberaban estos,
cuchillos de caramelo y espadas de azúcar.
No los sentí.
No los sentimos.
Pero solo quedaba media batería en la lámpara,
era tan pequeña, que no pude entender cómo se encendió.
Intenté mirarte, más el cosmos giró para no conseguir tus ojos.
Pensé verte, sola quizás,
ataviada de tristezas (como yo),
pero encontré a las hiedras cubriéndote,
y tan feliz te notabas.
Ésas plantas de mal agüero te quitaron la mordaza
y yo pude quitarme la venda de mis ojos.
Te vi, y pudiste hablar.
Verdades sin azúcar, como flechas de hierro oxidado entraron en mí.
No te pude ver bien;
porque no había luces.
No te pude oír bien porque las hiedras tapaban tu boca;
sonriente.
Ya no pude tocarte...
Porque no te encontré.
Más en las sombras
creo que noté tu sonrisa.
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Filamentos estelares -poemario-
PoesiaSígueme en ésta travesía por el cosmos emocional, la mente de una persona que lidia con la inestabilidad de su propia psique. Vagando en el etéreo vaivén de los sentimientos humanos; ya sabemos que cada uno de nosotros es un universo propio, brilla...