23.- Primer día

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Si pudiera agregar a mi lista de arrepentimientos otra cosa, sería el haber dejado que Yuu me ayudara a cocinar. Al principio todo marchaba bien porque me preguntaba que tenía que hacer, en que me ayudaba, pero cuando comenzamos a usar la harina él metió sus manos en el tazón y volvió a sacarlos para decirme «Mira Mika, me estoy convirtiendo en un oso polar» y comenzar a reírse. Momentos después agarró un poco de harina y me tocó la nariz para mancharme, obviamente yo me enojé, tomé un puñado con mis manos y se lo arrojé en la cara.

⸺Ahora si que pareces un oso polar. ⸺Me burlé y él frunció el ceño.

Agarró el tazón y me lo arrojó completo.

Se enojó.

Y yo también.

Ahora estábamos cortando la masa en silencio, empapados de harina. Él estaba murmurando cosas que no entendí muy bien porque eran totalmente inaudibles, pero entre ellas había un «oso polar gruñón» que creo iba dirigido a mí.

Luego fue como si su enojo se hubiera esfumado repentinamente cuando vi que se le ocurrió una idea.

«Ay no»

Lo que teníamos que hacer era cortar en hileras largas la masa extendida para hacer la pasta, con mucho cuidado ya que estaba muy delgada. Miré de reojo a Yuu haciendo figuras con la masa, trazándolas con el cuchillo. Luego hizo una bolita y la extendió hacia mí.

⸺Mira, Mika. ⸺Dijo picándole unos ojos y formando una boca, luego puso las cejas. Era una bolita enojada⸺. Este eres tú. ⸺Me lo dejó en el hombro y yo lo tomé para aplastarlo desvaneciéndole la cara y forma.

⸺Haz las cosas bien.

⸺Las haré a mi manera ⸺replicó haciendo más bolitas, todas pequeñas.

Ya no me molesté en responderle.

Cuando nos servimos la comida yo me fui directo fuera del castillo para sentarme en el pasto, otro de mis lugares favoritos. Tuve suerte en que el castillo fuese abandonado y como estaba ya en un bosque era muy viejo, ya no había caminos de piedra, ni losas, solo hierba y pinos cubriéndole alrededor. Estaba muy oculto. Aunque también el castillo no era la gran cosa, no era tan grande, digamos que más pequeño que el hogar de la realeza Amane.

De todas formas...me senté en el pasto, bueno, nos sentamos porque Yuu me acompañó haciendo lo mismo mientras me contaba como eran sus obligaciones y lo que hacía cada día. No paraba, hablaba mucho, y se veía muy contento al hacerlo. Se veía tan libre.

Le gustaba ser libre.

⸺Así que tus padres no te dejaban hablar mientras comían.

⸺¡Claro, en ningún momento! ⸺removió con el tenedor la pasta enredándolo⸺, era un sufrimiento, quería contar un chiste o decirles como me iba el día, o como me sentía, pero no podía. Estaba que me ahogaba reprimiendo todo.

Picoteó la lechuga y el jitomate llevándoselo a la boca junto a la pasta. Volví a mirarle las vendas, ya estaban muy sucias y no tenía idea si las iba a lavar o al menos hacer algo con ellas. Volví a mi plato y seguí comiendo.

⸺Bueno, pues yo no soy tus padres.

⸺Pues eso es obvio, eres Mika.

⸺No entendiste.

⸺¿Eh? ¿A qué te refieres?

No le respondí, di otro bocado a la ensalada y miré los árboles como si fueran lo más interesante. Y lo eran. Imaginaba lo fácil que sería ser una hoja que podía desprenderse de otras con facilidad, pero no lo era, al contrario, parecía una rama que a duras y podía separarse de sus raíces, que le costaba hacerlo.

Príncipe y príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora