52.- Catástrofe

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Yuichiro se quedó en trance.

—¿Qué...? ¿Por qué...? —Apenas le salió la voz.

—Yuu-san, intenta tomártelo con calma.

Yuichiro apretó el periódico.

—¿Cómo...? ¿Cómo voy a tomármelo con calma si mis padres acaban de decirle al mundo entero que estoy muerto?

—Yuu-chan...

El aludido soltó el periódico, sofocado, mirando al suelo y luego hacia el periódico tirado.

—No entiendo...

Mikaela tomó con delicadeza el brazo de Yuichiro.

—Yuu-chan, vamos a entrar para que te sientes y hablemos claramente.

Yuu negó con la cabeza. Su mente nublada de confusión, sus cejas fruncidas, su labio temblando. El pulso a toda velocidad. Las palabras no podían salir de su boca, y por más que intentaba, no lograba asimilar la situación, solo era demasiado consciente de que eso era una gravedad, una situación muy grave.

Cuando Mikaela lo obligó a entrar al castillo junto a Shinoa, los tres se sentaron en la sala para tratar de entender lo que pasaba. Largo rato había pasado: una, dos, tres horas en las que Yuichiro se quedó con la cabeza baja solo escuchando, o más bien, tratando dé, pues solo estaba perdido en sus propios pensamientos. Mikaela y Shinoa trataron de planificar qué hacer al notar que Yuichiro no tenía la intención de hablar. Pensaron en la posibilidad de que esto era definitivamente una manera de deslindar a Yuichiro de la corona, de alejarlo del pueblo, pero esa posibilidad solo cabía si sus padres quisieran a Yuichiro lejos, porque ellos tenían el poder suficiente para crear una noticia a ese grado. También pensaron en que de alguna manera los padres de Yuichiro no hayan sido los que crearon esa noticia, o que a lo mejor se creó un rumor que terminó extendiéndose, que se trababa de una broma mal gastada, o que el cuerpo que encontraron no haya sido el de Yuichiro.

Pero no lograron identificar la posibilidad más viable.

Shinoa señaló el periódico.

—Dice que la ceremonia es dentro de 1 hora.

—¿Dónde?

—Fuera del castillo —respondió—. Todo el pueblo de Sanguinem será convocado.

Mikaela se quedó en silencio.

—Algo anda mal.

—Yo también lo pienso, es decir, ¿por qué tan pronto? Justo esta mañana fue cuando dieron el anuncio. Y ya en unas horas llevarán a cabo el funeral.

Yuichiro se estremeció.

—¿A qué hora exactamente te enteraste? —Le preguntó Yuu, alzando después de un largo rato la cabeza.

Shinoa tardó en reaccionar por lo espontáneo.

—Cuando me desperté, como por las siete de la mañana.

—¿Y cuánto tiempo te tardó llegar hasta acá?

—Casi una hora, en verdad que vine corriendo, y luego sin mi caballo porque se me olvidó.

Yuichiro se quedó pensando, y con cuidado, preguntó:

—Pero la distancia es muy grande, ¿cómo lograste llegar tan rápido?

—Bueno, sé que la ruta que nosotros tomamos para llegar de aquí a Sanguinem es más de una hora, pero yo realmente tuve que tomar otra, una que yo la consideraría para emergencias. Tuve que subir muchas colinas, es un camino directo que se encuentra a los costados de aquí, solo que ahí cuando te adentras al bosque este se vuelve más frondoso y lleno de rocas.

Príncipe y príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora