54.- Vamos a luchar

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Yuichiro solo observaba los barrotes de metal desgastados en frente suyo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se encontraba en esa celda, y no solo él, todo el pueblo estaba repartido en diferentes, inclusive sus padres. Todos en un mismo lugar, aprisionados.

Cuando Yuu comenzó a despertar y a conciliar la razón, lo primero que vio fue la multitud de las personas rodeándolo, otros gritando y preguntándole si se encontraba bien. Yuu se levantó, confundido, y entonces logró divisar cómo todos se encontraban encarcelados.

—¡Príncipe Yuichiro, realmente está vivo! —escuchó a alguien de su pueblo.

Y entonces no comprendió lo que estaba pasando cuando intentó recordar, cuando solo sintió su mente nublada al preguntarse qué había pasado si recordaba estar fuera del castillo, hablando con sus padres, y luego intentando ayudar a la gente...

Yuu se volvió hacia un lado, preguntándole a la primera persona que vio sin pensarlo:

—¿Qué fue lo que sucedió?

Una mujer desarreglada, y con las manos temblorosas, le respondió:

—Nos atacaron los soldados de la realeza Shindo, nos trajeron a todos aquí. No sabemos qué pasará, no nos dijeron qué nos harán.

Yuichiro trató de pensar con calma y respiró hondo. Tomó las manos de la mujer con cuidado, dándole un apretón ligero.

—Respire despacio, le puedo garantizar que si guardamos la calma, saldremos bien de esta situación.

La mujer asintió efusivamente, haciéndole caso. Y así fue con los demás, Yuichiro trató de consolarlos, de decirles que tendrían que pensar todos con la cabeza fría, sin alterarse. Todo para evitar más problemas, pues al momento en que quiso identificar dónde se encontraban, tuvo un deja vu de su niñez: él ya conocía este lugar.

Cuando él todavía era más pequeño, le gustaba explorar todo el castillo por su propia cuenta. Lograba que los guardias lo perdieran de vista cuando estos solo procuraban su seguridad, pues Yuichiro al ser tan pequeño se desplazaba rápidamente de un lado a otro escondiéndose e incluso encontrando lugares que él no había visto antes.

Ese fue uno de ellos. Y lo había denominado como un calabozo por el aspecto que tenía, por encontrarse casi casi debajo de todo el castillo. Se acercó a los barrotes, tocándolos con sus manos, haciendo fuerza para intentar doblarlos. Nada. Apenas un mínimo movimiento que Yuu notó, pero que costaría mucho trabajo y esfuerzo hacer. Además de que se encontraba en mal estado, pues estaba muy lastimado todavía por todo el camino que recorrió hasta Sanguinem.

Se volvió hacia la gente que se encontraba en la misma celda que él.

—¿Alguien sabe cuánto tiempo ha pasado desde que nos trajeron aquí abajo? —preguntó.

Todos se miraron entre sí, sobándose la cabeza.

—A muchos los noquearon y apenas están despertando, pero ha pasado casi una hora -respondió alguien.

—De acuerdo, haremos esto —alzó la voz, hablando en general para todos los que se encontraban en el lugar—. No hay ningún soldado Shindo aquí, por lo visto están afuera cuidando la puerta. Estas celdas ya tienen mucha antigüedad, por lo tanto, están desgastadas, si intentamos doblarlas ejerciendo mucha presión podríamos moverlas de lugar, también si las mujeres tienen algún pasador o si alguien encuentra por ahí un alambre o algo muy delgado parecido a una llave que pueda ayudar a abrir las cerraduras podremos salir de aquí. La cuestión más importante ahora es apoyarnos entre todos y tener el mayor cuidado para que no nos descubran.

Los demás, prestándole atención, asintieron dándole la razón y poniéndose en marcha. Yuichiro mientras tanto, se arrancó un pedazo de ropa para comenzar a vendarse sus heridas. Y luego alzó la cabeza, mirando a su alrededor, mirando como su pueblo hacia lo posible para intentar salir, y entonces su mirada se detuvo en la celda de en frente, en dos pares de ojos que también lo miraban.

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⏰ Última actualización: Feb 13 ⏰

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