Capítulo 30. Final

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Por primera vez en días había conseguido descansar, dormir tan profundamente que no era consciente de su alrededor, del paso del tiempo o de las heridas a las que su cuerpo fue sometido debido al accidente

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Por primera vez en días había conseguido descansar, dormir tan profundamente que no era consciente de su alrededor, del paso del tiempo o de las heridas a las que su cuerpo fue sometido debido al accidente. No sentía dolor físico gracias a las drogas y medicamentos que transfundían diariamente en su sangre, pero su corazón seguía roto, su alma seguía suplicando por la de su alma gemela.

Aún estando inconsciente, seguía pensando en Nea, seguía implorando su perdón y que volviera a su lado, seguía extrañándola como un desdichado. Ni siquiera cuando creyó que iba a morir, en aquellos minutos en los que sólo oía un pitido en sus oídos, en los que su visión era totalmente borrosa y su cuerpo se sentía entumecido, ni siquiera en esos momentos pudo dejar de pensar en ella.

Le aterró considerar la idea de no volver a verla nunca, o de romperle el corazón al dejar ese mundo sin la oportunidad de remediar sus acciones y recuperarla. Intentó no quedarse dormido mientras la ambulancia y la policía llegaban al lugar del accidente, intentó aguantar mientras los paramédicos lo ayudaban en el camino al hospital. Vagamente recuerda haber hablado con la mujer rubia que se movía con rapidez dentro del vehículo, que tomaba instrumentos con precisión y que parecía repetir las mismas palabras que no fue capaz de entender.

Luego todo fue obscuridad, por cinco largos días no abrió los ojos ni un segundo, no vio la luz del sol o el brillo de la Luna al llegar el anochecer. No pudo ver el terror instalado en los ojos de Nea, mucho menos las lágrimas que vinieron después de verlo a través de la ventana de terapia intensiva. Maggie tuvo que sostenerla para evitar que se desplomara a mitad del pasillo, fue horrible para todos verlo tan magullado, hinchado y herido, aún cuando sus heridas ya habían sido tratadas.

Apenas se les permitió, Atenea no se despegó ni un momento de su habitación, pronto sus padres que unieron a ella. Jamás había visto a Molly llorar de aquella manera, mucho menos a Miles lucir así de deshecho y perdido. Si ella sentía como su corazón era aplastado y cercenado dentro de su pecho, no podía imaginar cuán doloroso era para los Flynn. Fueron su apoyo así como lo fue ella para ambos, aún cuando eran conscientes de que la relación de ambos había terminado y no de la mejor manera.

Ninguno se movió de aquella habitación, no sin que tuvieran que ser prácticamente arrastrados fuera de ella para que pudieran valorar su estado o para probar aunque fuera un bocado. El apetito desapareció, nadie tenía ganas de irse por temor a que algo le sucediera mientras ellos no estuvieran ahí con el, Nea apenas pudo cerrar los ojos por momentos. No quería dejar de mirarlo, creía que con siquiera parpadear, el se evaporaría frente a sus ojos y no habría otra chance para ambos.

A pesar de lo sucedido, jamás podría desearle el mal a Noah, dejarlo fue lo más doloroso que jamás experimentó, la consolaba que siguiera con su vida y tan guapo como siempre, incluso si se enamoraba de alguien más, ella habría estado satisfecha aunque fuera su sentencia. Verlo postrado en aquella cama, con máquinas respirando por el y manteniéndolo vivo, con moretones y vendajes, se convirtió en su pesadilla.

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