Capítulo 22.

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Mi pluma de tinta morada se mueve sobre la hoja de rayas en la que he estado haciendo garabatos desde el inicio de la clase

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Mi pluma de tinta morada se mueve sobre la hoja de rayas en la que he estado haciendo garabatos desde el inicio de la clase. Líneas curvas, rectas y puntos forman figuras abstractas e inconscientes dejando menos espacio en blanco, la voz amortiguada de Evan apenas llega a mis oídos por lo que no entiendo nada de lo que dice en esta que es su última clase. No he podido concentrarme en ninguna de mis materias desde la última discusión con Noah, prácticamente sólo existo y por momentos logro enfocarme en otra cosa que no sea en sus palabras y la mirada decepcionada que me dedicó.

A mi lado, Maggie me echa miradas de soslayo de vez en cuando para asegurarse de que aún respiro y de que no me he soltado a llorar. Puedo sentir la mirada curiosa de mi profesor sobre mi de vez en cuando, pero no puede importarme lo más mínimo, no tengo cabeza para nada que no tenga que ver con mis proyectos finales y mi estupido novio,—con el que no he hablado para nada desde hace cuatro días—.

Es raro no cruzar miradas, no desearle las buenas noches, no recibir un beso al despertar o no sentir sus manos explorando cada centímetro de mi cuerpo. Jamás habíamos experimentado la "ley del hielo" durante tanto tiempo, la última vez duramos un día y medio y fue cuando teníamos 10 años. Peleamos porque en la fiesta de cumpleaños de Louie,—un compañero de clase—, el me pidió un beso como regalo de cumpleaños. Muy inocentemente, le di uno en la mejilla con gusto, pero a Noah no le gustó para nada.

Louie y yo terminamos llenos de pastel, mi vestido floreado regalo de mi abuela terminó batido y rasgado por el forcejeo cuando Noah intentó empujarlo. Por ello peleamos y no le dirigí la palabra hasta que se disculpó y me devolvió el vestido perfectamente limpio y remendado, hasta el día de hoy no sé como es que logró arreglarlo. Después de ello jamás volvimos a ignorarnos de tal forma, pero incluso antes, siempre seguíamos pendientes el uno del otro.

Ahora somos como desconocidos.

Ashley es quien me ha llevado a casa estos últimos tres días después de que terminamos de trabajar en nuestro proyecto. Así evito momentos tensos e incómodos de camino al apartamento y en compañía de Noah, así evito poner a Maggie en medio de toda la situación más de lo que ya lo he hecho, ya que ella comparte su cama conmigo durante la noche, a veces utilizo su baño, pero la mayoría de las veces Noah se asea con prisa para dejar la habitación vacía y que así yo pueda hacer mis rutinas con calma.

El se queda en la estancia o sale un rato sin decir adiós, a donde va o cuando volverá. La primera vez que lo hizo casi tuve un ataque de pánico, lo único que pude pensar fue que iría con Chloe a quien sabe donde y a hacer quien sabe que, que de no ser por la discusión, el estaría conmigo llenándome de cariño y mimos que hinchan mi corazón y me hacen, prácticamente, levitar. Cuando volvió cinco horas más tarde, ya era media noche y un Aura con olor a vodka se quedó detrás de él hasta que cerró la puerta de nuestra habitación.

Maggie y yo sólo nos miramos en silencio y continuamos viendo Orgullo y Prejuicio en la estancia, fingiendo que no lo oímos ni vimos  llegar en ese estado. Aunque en el interior sólo sentía como si una puerta estuviera cercenando mi corazón. La noche siguiente a esa, la que le sigue y ayer, fue lo mismo, salió a varias fiestas en compañía del equipo, al menos eso quiero creer. Después de una de ellas, Newt e Iker lo trajeron devuelta al apartamento ya que no podía ni mantenerse en pie.

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