Capítulo 10.

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Noah se recuesta junto a Nea en cuanto las luces de su habitación están apagadas y sólo el brillo de la televisión ilumina parte de sus rostros y la enorme cama

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Noah se recuesta junto a Nea en cuanto las luces de su habitación están apagadas y sólo el brillo de la televisión ilumina parte de sus rostros y la enorme cama. La castaña sonríe acercándose a él para abrazarlo por el torso y acomodarse sobre su pecho, el castaño la recibe con una sonrisa abrazándola por los hombros.

—Cariño, hay algo que quiero decirte—murmura aún dudosa sin despegar su vista de la televisión.

—¿Todo está bien?—Noah la mira con el ceño fruncido levemente.

—Si, si, es sólo qué hay algo que tienes que saber y aunque no estaba muy segura de decírtelo... creo que es necesario—Atenea se sienta para poder mirarlo mejor, Noah la imita comenzando a preocuparse.

—Estás asustándome nena, ¿estás bien?.

—Si, mmm. Lo que sucede es que han habido algunas ocasiones en las que Evan ha sido bastante directo respecto a que yo le gusto...

—¿Enserio?—Noah la mira incrédulo—¿Porque no me lo dijiste antes?.

—Escúchame primero—le pide tranquila a lo que el asiente con una ligera mueca—Lo conocí en el vuelo devuelta a casa hace un año, nos chocamos en el sanitario y si hubo algo de química pero eso fue todo. No supe de él nunca y me lo encontré de nuevo hasta el primer día de clases—le explico—El ha sido un tanto claro respecto a que le gusto pero ya le he dicho que tengo novio y que no estoy interesada. Sólo te lo digo porque hay confianza entre ambos y no quiero que esto se vuelva un problema.

—No está bien que te coquetee Atenea, es tu maldito profesor. Y mucho menos debe hacerlo sabiendo que tienes novio—farfulla molesto negando con la cabeza—Ese tipo necesita que alguien le ponga un alto y...

—Y definitivamente no serás tú. No con el temperamento que tienes Noah—lo interrumpe la castaña—Yo puedo poner límites, se cuidarme sola y no permitiré que cruce la línea conmigo. Te digo esto porque no quiero tener secretos contigo y porque no me interesa de ninguna forma, yo puedo encargarme de esto así que sólo te pido que me hagas caso y no busques problemas Noah.

—No puedes pedirme eso nena, no cuando ese idiota está detrás de ti como perro abandonado—le reclama molesto.

—Si puedo pedírtelo y eso harás. No necesito que le rompas la cara y termines en prisión—lo mira de brazos cruzados con seriedad.

—Bien, pero si se atreve a acercarse de más a ti...

—Si si si, sólo prométeme que no harás nada. Confías en mi, ¿verdad?—los ojos azules y brillantes de Nea terminan por doblegar el orgullo y borrar la molestia de Noah.

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