━ Nahoya es un omega primerizo con sus propios sentimientos.
A Ran no le interesa el amor y es uno de los alfas más codiciados de la universidad.
─ Los shipps secundarios se darán con el transcurso de la historia.
─ Créditos al fana...
Esa misma mañana, lo primero que Nahoya sintió incluso antes de abrir los ojos, fue algo rasposo y húmedo que recorría su mejilla, abrió los ojos de golpe al recordar la noche pasada y que no estaba en su casa.
Preparado para gritarle a Ran hasta de qué se iba a morir, se encontró con una pequeña cachorra justo encima de él. Pudo mirar sus pequeños ojos heterocromaticos, una husky siberiano pequeña, algo hizo click en su cabeza, era la hija de Ran.
Observó a su lado, notando que el mayor ya no se encontraba ahí, pero había acomodado las cobijas para que no sintiera el frío a su lado, rio bajito, había pensado todo.
Sin moverse empezó a acariciar la cabeza de la pequeña encima de su pecho, ella se inclinaba ante su toque y movía su pequeña colita en emoción por conocer a alguien nuevo.
—Veo que ya conociste a mi hija —Escuchó la voz de Ran, estaba saliendo del baño. Sin camisa. Con un jean negro cubriendo sus piernas. Una toalla secando su cabello y una sonrisa.
—Sí, definitivamente no se parece a su dueño. Ella es hermosa.
—¿Pelusita, por qué amaneces tan enojado conmigo? —Se quejó.
Siguió caminando hasta su armario, buscando una camiseta para colocarse, sacó varias y aprovechando que el otro estaba ahí acostado se volteó sonriente.
—¿Cuál crees que se me ve mejor? —Tomó los tres ganchos con camisetas y se las colocó en el pecho.
Nahoya bufó, sabe bien que no le queda de otra más que ser condescendiente con aquel alfa que lo dejó dormir en su casa, y su cama, entonces se dedica a analizarlo de pies a cabeza.
Las opciones que tenía en manos era una blanca holgada, una negra pegada y una gris sencilla. Arqueó la ceja, Takashi ya le había hablado de esto, para evitar un crimen a la moda tiene que combinar, entonces rechaza totalmente la negra.
—A ver ponte la blanca.
El otro chico rápidamente le hizo caso, soltó la toalla enredada en su melena y el menor no se perdió ningún detalle, como su cabello suelto caía por sus hombros hasta la altura de sus pectorales, luego de eso el alto se acomodó para colocarse la blanca holgada.
Se mordió el labio, se veía bonito, pero no lo diría en voz alta, tragó saliva y asintió, volviendo la vista a la mascota.
—Sí supongo que te queda bien.
Ran le hizo caso, se dejó la camiseta y luego se giró en sus pies para dejar las otras en su lugar.
—¿No te vas a levantar? Aún no llegamos a ese momento de la relación en la que te traigo el desayuno a la cama.
—Pues primero dile a tu hija que deje de enamorarme y lo pienso.
—Así que no tienes un corazón de piedra —Bromeó mientras se acercaba a la cama y tomó a la belleza de sus ojos en sus brazos, la perrita empezó a mover su cola de un lado a otro feliz de estar en brazos de su dueño, empezó a lamer desde su mandíbula hasta sus mejillas y solo se escuchaban las suaves risas de Ran.
—Tu perra me va a matar de amor.
—Suena raro que le digas perra, pero técnicamente lo es —Se carcajeó, dejando a su mascota en el suelo.
—Solo insulto alfas tontos, no perros hermosos.
—Soy el mejor alfa que vas a conocer.
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