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—¡Un, dos tres cua! —Gritaba la profesora, moviéndose al ritmo de la canción.

Nahoya entiende que sus pies son demasiado torpes para lo que tiene que hacer, y se siente tan inútil.

Incluso el zumbido- las risas- de Ran detrás suyo, observando que está dandolo todo con mucho esfuerzo, pero no puede evitarlo, es demasiado tierno que esté poniendo tanto de su parte cuando simplemente no le salen los pasos.

La profesora les había asignado una rutina de baile, no le costaba nada a Ran, el baile es su fuerte desde siempre. El único problema es que, esta rutina es en parejas.

Se niega totalmente a bailar junto a Ran, primero muerto antes de dejarse tocar un pelo por ese mechudo, pero la vida la tiene en su contra y el baile se le seguirá viendo como si estuviese bailando con su amigo imaginario si no da su brazo a torcer un poco.

—Tienes que darme la mano para esto, pelusita —Insistió intentando agarrarlo, ganándose un manotazo.

—¡Ni siquiera te atrevas, ricitos de oro! —Sí, adoptó un nuevo apodo luego de ver una imagen de Ran con el pelo rubio en su infancia.

Le parece curioso. En este tiempo había empezado a pasar más tiempo con el bicolor que tiempo con sus propios mejores amigos, había sido monopolizado. Pero seguía sin saber su nombre y nadie alrededor le daba pistas.

Y ese chico es un cabezota, ¡Se cambió el nombre en sus redes sociales a "chicos misterioso"! ¿¡Qué mierda le sucede!?

Es un niño de primaria en el cuerpo de un adulto, para eso no tiene ninguna duda.

Siente una mano tocar su antebrazo de forma delicada, inhala, exhala. Le dan una vuelta brusca, se ve a si mismo en el espejo siendo abrazado por el de trenzas.

—Voy a matarte —Aclaró, antes de seguir con el baile.

—Creo que los salones tienen micrófonos, no deberías decir tu plan maligno en voz alta —Susurró en su oído, juguetón.

—Verdad, entonces voy a hacerte la circuncisión, no me pueden llevar a la cárcel por eso.

—Ouch ¿Vas a quedarte sin diversión acaso? —Le dio una vuelta completa, volviendo a quedar abrazados, pero frente a frente.

—¿Quieres que te de una maldita patada en los huevos ahora mismo? Sé moverme bien —Amenazó Nahoya.

—¿Sabes moverte bien? Necesito comprobar eso —Le respondió, totalmente con un doble sentido y una sonrisa coqueta, junto a un guiño.

La maestra los estaba mirando, la conversación no estaba siendo precisamente personal, hablaban lo suficientemente duro como para que los demás -los chismosos, por lo menos- hayan detenido su baile con su pareja, para observarlos discutir.

Aiko tuvo un deja vu, observando con una sonrisa la escena, sí, estaban inconscientemente interrumpiendo su clase, pero seguían concentrados en su baile y en tirarse amenazas, en el caso de Nahoya, o ignorar las amenazas y seguir con el coqueteo descarado, en el caso de Ran.

Típico de jovenes, no es muy mayor, pero ya ha superado esa etapa de su vida, se ve a si misma como una persona a la que ya se le han pasado los años, pero si fuera de alguna de las otras castas, sus feromonas en ese instante inundarian el lugar de nostalgia y felicidad.

Nahoya termina por culminar la danza con un pisotón a Ran, que lo hace chillar y decir una grosería no tan audible, no puede hacerlo por su imagen correcta, pero lo desea tanto en ese momento.

Y el de cabello melocotón lo observa con diversión, una sonrisa ladina, para luego observar a su alrededor y ver como los demás volvían a su danza como si se hubieran distraído con ellos dos

Alfa Equivocado ; RanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora