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Una tarde junto a Ran Haitani era algo que, sorprendentemente, disfrutaba. Quiere excusarse en el hecho de que el mayor vive en una mansión y tiene videojuegos, pero seguramente si hubiese jugado Mario Kart sin el otro estaría demasiado aburrido. Papitas en el suelo, los vasos de gaseosa medio llenos en la mesa frente a ellos y ambos siguen jugando al Wii como si jamás hubiese pasado de moda.

El control que tiene Nahoya es el #2, en la pantalla se ve a si mismo como el segundo pero sigue moviendo esta vez su brazo como si la vida se le fuese en ello para ganarle a Ran.

Una competencia de Tenis, ¿Quién lo diría?

Rindou entró lentamente a la casa y los vio, se quedó ahí observando, los dos chicos parecían demasiado metidos en su mundo.

—¡Voy a patearte el trasero, idiota! —Gruñó Nahoya cuando aparecieron los resultados en pantalla. A punto de saltarle encima, y no era de una forma agradable.

—¡Tienes que aprender a perder, pelusita! Eres demasiado lento —Cantó con burla, Ran no le teme a la muerte, se acercó peligrosamente mirándolo hacia abajo, hirviendo aún más la sangre de Nahoya.

El de pelo melocotón lo tomó violentamente del cuello de la camisa, lo acercó hacia si, obligando al chico bicolor a inclinarse para estar casi a la par, frente a frente.

—Vas a morir, quiero una revancha en boxeo —Lo retó nuevamente.

Y el corazón de Ran latía desenfrenadamente, se preguntaba si el de Nahoya también estaba como el suyo, su alfa estaba tan animado en ese momento, gritándole que se incline un poco más y bese al otro chico, pero mantenía su distancia igualmente.

Sus respiraciones se habían mezclado, Ran no había respondido aún, demasiado perdido entre la sensación y la sonrisa de Nahoya, y él simplemente estaba demasiado pendiente de los ojos amatistas que no dejaban de observarlo con una emoción que no podía descifrar.

Rin se preguntó si tal vez debería apartarlos, desde su perspectiva se veía como una pelea furiosa, pero conocía bien a su hermano, incluso si jamás le ha gustado alguien, sabe bien que esa expresión en su rostro le grita que ni siquiera se acerque porque su alfa ya se enteró de su presencia, y no quiere que le interrumpan su momento.

¿Acaso Ran Haitani corteja como un maldito perro rabioso?

Bufa, ahora el debate mental es si debería salir por donde llegó nuevamente, no querrá que los tortolitos se enojen con él por interrumpir el momento.

—Tal vez deberíamos, ¿No te da vergüenza perder contra mi, omega? —Ran habló, su voz sonaba sería pero con una pizca de sensualidad, Nahoya tragó saliva, deseando que su omega lo estuviera haciendo alucinar cosas.

¿Siquiera debería alucinar sobre el monstruo ese?

No se iba a dejar intimidar.

—Me da vergüenza, poco alfa —Alzó la ceja y sonrió victorioso, se apartó de golpe, dejando al mayor con la palabra en la boca—, traeme otro poco de gaseosa, esto se pondrá bueno.

Ran se carcajeó levemente, enderezó la espalda y giró en dirección a la cocina, dónde ya veía a su hermano menor con una sonrisa nerviosa, incómodo. Se acercó lentamente, dejando que el espojoso colocara el siguiente juego que sería la ronda final para saludarlo.

—¡Rin! —Saludó sonriente, demasiado alto, por lo que fue pasado por alto por el omega, que también volteó a observarlo.

—Hola —Saludó de vuelta el menor, dándole una palmada en el hombro a su hermano, observó a Nahoya el cual lo saludó con un movimiento de mano—, hey, Smiley, que sorpresa tenerte por acá de nuevo.

Alfa Equivocado ; RanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora