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Ran lo observa mientras ríe a carcajadas, Nahoya dando vueltas por toda la discoteca, mientras están tomados de la mano, habían encontrado un gusto en bailar como locos sin ir al ritmo de las canciones, mientras todos se movían rozando sus cuerpos provocativamente, él estaba ahí, persiguiendolo mientras el otro parece un niño pequeño con cada cosa que descubre del lugar. Las luces recorren su rostro de vez en cuando y le divierte ver las muecas que el menor hace.

No tiene ni idea de cómo han llegado a ese punto, en dónde están cómodos el uno con el otro, después de la tercera cerveza su pelusita parece totalmente distinta, la alegría que lo rodea es real.

—No pensé que fueras un chico de fiestas.

—No lo soy —Se encogió de hombros Nahoya mientras respondía—, simplemente buscaba una forma de huir de mi hermanito menor y acabé acá.

—¿Es eso así? —Se burló. Se estaban moviendo al ritmo de la canción ahora, colocó su mano en la cintura del otro nuevamente—, entonces no te molestaría si te saco de acá.

Nahoya lo miró perplejo ¿Estaba este loco invitandolo a algo más?

—No voy a ir a tu casa a coger.

—¡Nahoya, eres un malpensado! —Se escandalizó el más alto, le dio un suave golpe en la cadera y se separó, tomando la mano derecha de Nahoya entre la suya—, Roppongi es mi zona, no te preocupes, no llegaremos a mi casa.

—Ese comentario tampoco me hace sentir seguro ¿Sabes? —Lo siguió molestando, arqueó una ceja ante la última parte, pero se rindió.

Las fiestas definitivamente no son lo suyo si no están Baji y Kazutora haciendo desmadres o peleandose con alguien y él entrando junto a ellos. Entonces se dejó hacer, el chico de la coleta lo jaló hasta la puerta, se despidió del guardia que estaba ahí cuidando y los llevó caminado por la acera, bajo a luz de la noche.

—Tengo mi motocicleta estacionada por acá, espero que no seas gallina y puedas subirte en ella —Retó el mayor, simplemente para sacar un tema de conversación. Ambos se habían quedado callados mientras daban esa pequeña vuelta en busca de la moto.

—¿Gallina? Tengo mi propia moto también, simplemente la dejé en casa de Mitsuya —Se quejó, rodó los ojos ya empezando a sentirse fastidiado del otro. Pero realmente no era en serio, seguía sintiendose cómodo, mas no le daría el lujo de saberlo al otro.

—Deberíamos hacer una carrera algún día entonces ¿Qué te parece? —Detuvo su caminar, logrando que el otro también lo hiciera antes de chocar con su espalda, dio una media vuelta sobre sus pies y se inclinó lo suficiente casi rozando sus frentes.

—No le voy a las cosas clandestinas —Nahoya lo apartó nuevamente con su mano, se hizo a un lado y siguió caminando, llevandose estas a los bolsillos. Ran se carcajeó con su comentario, retomando su caminar mientras veía ya más cerca su moto.

—Nada clandestino, cariño —Le guiñó el ojo, coqueto.

—Maldito alfa coqueteo —Se rio Nahoya.

Ambos subieron a la motocicleta, claramente Ran adelante, manejando, mientras Nahoya a regañadientes lo abrazaba con asco desde la cintura, el mayor podía sentir las ganas de matarlo del otro, pero no importaba, su alfa se sentía extremadamente feliz en ese momento.

El cielo estaba despejado, podía ver las estrellas de la noche, la calle vacía por la hora que era, no pensaba mucho, solo que era un lindo momento, jamás había estado tan tarde en la noche en motocicleta, Souya siempre le pedía que no estuviera a esas horas fuera de alguna casa, y como en general salían en grupo, solía quedarse con los Mitsuya, entonces era algo muy nuevo para él.

Alfa Equivocado ; RanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora