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Desperté abrazado a un cuerpo desnudo junto a mi, cuando abrí los ojos una nuca blanquecina junto a una alborotada mata de cabello estaba junto a mí y los recuerdos de anoche no tardaron en llegar. Sí, me había dormido así con Nahoya.

La presión en mi pecho sigue allí, pero sorprendentemente era más calmada, inhalé un poco aspirando su olor a melocotón y mi brazo en su cintura se apretó un poco. 

Todo fue como un deja vu, me acordé de aquella primera noche junto a él.

Se sentía como si fuera ayer cuando me levanté de la cama, mirando su belleza pura durmiente y caminé hasta la cocina buscando algo para desayunar, cuando decidí que iba a ser la última vez que participaría en este sucio juego con él.

Aún recuerdo tan bien esa mañana, estabamos así mismo, enredados en el otro como si fuera lo que mejor sabemos hacer y necesitaramos el calor del otro como para vivir, recuerdo como una lágrima cayó por mi mejilla, no quería dejarlo.

¿Qué hubiera hecho mi hermano en mi lugar? Él seguramente se hubiera quedado observando hasta que el otro despertara y preguntaría, él hubiera encontrado la verdad y luego juzgaría. Pero no soy Rindou, solo pensé en mi y en mis sentimientos, fui impulsivo.

Pero el dolor que me invadió cuando me alejé fue impresionante, creí que iba a morir. Recuerdo haberle pedido a Kakucho que viniera a por mí porque no me creía capaz de caminar, y sentía todo mi cuerpo deshacerse, mis piernas no me respondían y a duras penas mis manos habían logrado marcar el número de mi amigo.

Lloré todo el camino a casa, mis amigos se juntaron para hablar de lo sucedido, Izana me obligó a que les contara lo que sabía por parte de Hanma, Rindou me miraba callado sin poder creer todo lo que había pasado, Sanzu mencionó que seguro todo era una equivocación de mi parte, pero yo tenía incluso los mensajes que mandaba a sus amigos.

Todo era demasiado confuso, tomé mi mejor opción: alejarme.

¿Cómo iba a quedarme al lado de alguien que no confío? ¿Cómo iba a dormir junto a él cuando tenía miedo de que un día apareciera diciendome que todo era mentira? Prefería dar yo primero el tiro, antes de que llegara a mi y abriera una herida profunda de la que no me salvaría.

Luego conocí a Yuzuha, fui feliz. 

Ella era mi mejor amiga, mi alma gemela. Siempre estaba por ahí sonriendo y se llevaba tan bien con sus hermanos, que inevitablemente pasé a formar parte de su familia como su prometido. 

Aprendí a quererla, a verla cada día luego de salir de mi casa, a pasar por ella al trabajo y que ella aparezca en mi oficina algún día con mi café favorito y unos postres porque sabe que a veces se me olvida comer.

Mi trabajo me llevó a estar fuera del país varias veces, nos sentimos cautivados por otra gente y decidimos que podríamos hacer un alto en nuestra relación para desahogar esos deseos sexuales primitivos. Todo era perfecto.

Y luego él cruzó la puerta, de nuevo siendo perfecto ante mis ojos pero estaba de la mano de Taiju, sentí los celos apoderarse de mi ser, quería arrancarle la garganta y esconder a Nahoya detrás de mi. Quise besarlo y dejar todo mi olor en su cuerpo, quise ser uno con él y mis dientes dolían por sentir su piel entre ellos.

Fue irritante, no podía con Taiju, cada vez que lo veía mi lobo parecía querer tomar el control de mi cuerpo, sentí que Nahoya no estaba totalmente en sus sentidos, pero, en realidad quien no estaba en sus sentidos era yo.

Siempre fui yo el problema.

Siempre fui yo el que se prohibía de las cosas que quería, siempre fui yo el que se alejaba y parecía correr sin rumbo.

Alfa Equivocado ; RanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora