31. Morí!

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Me fui con ellos hacia el círculo rojo pero pronto regresaré a mi casa, hoy mismo. Ya quiero estar cerca de mi madre y dejar todo esto en el pasado, necesito ver a Yei y darle un abrazo enorme. No veo la hora de que todo esto acabe.

Ya llegamos a la mansión y Erick no ha desaparecido esa sonrisa tan fea de su cara. Nunca imaginé verlo a si pero sea lo que esté pensando no podrá hacerlo así que mejor me voy a mi casa lo antes posible y me mudo del país, debo escapar de todo esto, esperar un tiempo lejos de este lugar y de ellos.

Subí las escaleras pero cuando iba a ir hacia mi cuarto vi la puerta plateada y nuevamente la curiosidad fue mayor. Dije las palabras y la puerta se abrió. Rápido baje al sótano y primero lo mire por la computadora. Tiene un lunar en la cara muy parecido al mío. Es alto aunque esa ya lo sabía, está muy fuerte, pelo castaño y ojos cafés, tiene barba imagino que será por el tiempo que lleva encerrado aquí.

—Has regresado.—Su voz retumba por todo el lugar.

—¿Quién eres?

—Siempre todos con la misma pregunta.—dice algo despreocupado.

—Como te llamás.

—Mi nombre es Lucifer.

—Valla como el diablo.—Suelto una pequeña riza creo que fue porque me puse nerviosa.

—Lizi no es como el diablo, ponte a pensar un poco.

Tardé unos minutos en hablar y solo oí como sus cadenas se movieron.

—¿Ya tienes la respuesta a tu pregunta?

—Eres el diablo.—Dije en voz baja.

—Soy el diablo.—Afirmó.

—¿Y si el diablo es tan poderoso que haces encerrado aqui?

—Porque tengo otros planes mayores.

—¿Que tipo de planes?

—Enserio crees que te lo iba a decir.—rie, xd su riza es verdaderamente escalofriante.—Ya te enterarás pronto.

Cuando fue a decir algo más me interrumpió.

—Debes irte ya, no te conviene hablar tanto conmigo.

Ni siquiera le regatee ni nada parecido. Si es el diablo no quiero ni imaginarme que puede hacer. Ya ni siquiera me sorprende que Lucifer este en la tierra he aprendido a esperarme lo inesperable.

Salí de ahí lo más pronto posible, hablé con Erick y me mandó en un auto a mi casa porfin iba a salir de todo esto.

Al llegar a mi casa mi madre aún trabajaba así que la casa estaba en total silencio. No pude evitar recordar a los Weters, me pregunto donde estarán, que hacen.

≈No pienses en ellos≈ mi mente me regaña pero aún así no puedo evitar verlos en todos lados.

Subo a mi habitación. La extrañaba, su olor, su calidez. Me tiro en la cama por unos segundos y luego me dirijo al baño a darme una ducha.

Mientras el agua calienta caía sobre mi piel yo cantaba a todo pulmón. Siempre he cantado pero como había gente en casa debía hacerlo bajito pero ahora que estoy sola dejo que mis cuerdas vocales se gasten.

Cuando pasan unos minutos salgo de la ducha y me doy cuenta que no está la toalla y obviamente no entre la ropa. Doy un resopló ya que no me gusta no tener las cosas en su lugar.

Así que salgo en puntitas en busca de la toalla que de seguro está limpia en alguno de mis cajones.

Salgo lo más rápido posible y no camino mucho porque me morí.

Alan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora