35. El final!

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Estábamos de camino al bosque, solo veía árboles y arbustos, él no hablaba ni yo tampoco hasta que tuve que romper el silencio.

—¿Qué tienes pensado hacer con él?—la curiosidad era mayor.

—Eso no es asunto tuyo.—respondió lo más seco posible caminando aún.

—¿Porqué me tratas así?

—Te di la oportunidad de unirte a mi pero ya veo que eres más hija de Tabina que mía.—dijo con fastidio.—Al verte en el espejo con los ojos rojos me sentí orgulloso pero ya veo que no eres más que una mocosa sin ambiciones, estúpida y con bondad.

—¿Sabes qué? ¡Me alegro tanto de ser como ella porque no habría nada en este mundo que me avergonzara más que ser un ser tan repugnante y miserable como tú!—le dije a gritos saque todo lo que tenía por dentro, como puedo ser hija de alguien tan horrible.

No pasaron más de dos segundos de decir eso que me abofeteó tan fuerte que caí al suelo.

—Te agradezco.—dije mientras las lágrimas salían de mis ojos y corrían por mi mejilla, esta aún latía por el golpe.—Te agradezco que mantengas el recuerdo y el cariño por mi padre en tacto, tu no eres nadie para mi.—lo miré con odio mientras me paraba del suelo.— No perdamos más tiempo no quiero verte nunca más, vamos por tu tan preciado Grimorio.

—Bien.—fue lo único que mencionó mientras aumentó su paso.

Estamos parados justo al frente del río  al cruzarlo está el Grimorio, espero que no me arrepienta de nada de lo que voy a hacer.

—Es aquí.—le dije mirándolo a los ojos.

—Entonces que esperas entrégamelo.—respondió mientras dejaba ver un brillo en sus ojos.

—Sigueme.—Mencione mientras lo adentraba a la cueva.

—Esta muy oscuro.—dice nomás entrar.

—No me digas que el diablo le tiene miedo a la oscuridad.—dije en broma mientras me giré para ver su reacción.

—No seas ridícula.—no cambia su cara de culo.

—¿Sabes una cosa? si no fueras el diablo, ni tan mala persona tu y yo nos llevaríamos bien.—le dije.

—No estoy para estupideces Lizi dime por dónde cogemos.—preguntó al ver el túnel dividirse en dos.

—Izquierda.—dije volviendo a mi sequedad ya que con él no se puede implantar ningún tipo de conversación.

Podía sentir la presencia del Grimorio, cada vez más sentía esa adrenalina entrando a mi cuerpo, no quiero entregárselo, pronto acabaría toda esta pesadilla.

—Es aquí.—dije mirando el Grimorio justo donde lo había dejado la otra vez.

—¡Por fin!—exclamo mientras se acercó rápidamente.

Coger el libro en mía manos causó algo nuevo, no sé que está pasando pero siento calor por todo mi cuerpo, es como si estuviera soltando fuego por la piel. Me miró, mis manos las cuales cargaban el Grimorio estaban azules.

Me gire hacia él y pude ver en su rostro miedo, está asustado de mi. No entiendo nada de lo que me está pasando mi cuerpo se mueve por voluntad propia y mi boca empieza a decir palabras extrañas.

—Tesmatos fortium, logistes macraf, retireis Satán.

No sé que significaban esas palabras pero las repetía una y otra vez. Hasta que me di cuenta que esto le estaba haciendo algo a el. Esta tirado en el piso tapándose los oídos gritando del dolor.

Alan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora